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Libertad condicional (II)
Fecha: 30/08/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Gargola, Fuente: CuentoRelatos
... que no escapara. Un dedo se hundió buscando el recóndito punto G, a la vez que el clítoris recibía el golpeteo de diligentes lengüetazos e irremediablemente se corrió con profundos jadeos pronunciando su nombre. Hassan se incorporó, desabotonó su bragueta y la verga saltó como un resorte, le levantó la pierna a ella, se cogió la polla y se la hundió con un certero golpe de riñón. Merche exhaló un gemido al sentir la vigorosa verga abriendo sus carnes y Hassan inició un vaivén de sus caderas al tiempo que la despojaba de la americana y la camisa para a continuación apoderarse de sus pechos lamiéndolos con auténtico fervor. Mordió sus pezones, los retorció y los estiró con los dientes en un afán de empacharse de ellos. Merche echó la cabeza hacia atrás disfrutando de las sensaciones. Se agarró con ambas manos a las duras nalgas de Hassan, apretándolas con saña como una gata encelada. El cipote arremetía con fiereza en su coño a un ritmo endiablado y con él, ella gozaba de cada uno de los embates, con cada una de sus caricias y con cada uno de sus mordiscos. Fue el momento que Hassan aprovechó para comerle la boca pillándola por sorpresa. Aquello iba contra sus principios más básicos, pero no pudo librarse de su ímpetu. Después sucumbió a las sensaciones. La lengua de Hassan buscó la de Merche y de forma automática se enroscaron sistemáticamente en un intercambio de saliva para después morderse los labios con verdadera pasión. La polla de Hassan buscaba sus ...
... profundidades incrustándose hasta lo más profundo de su ser. Su pelvis acompañaba los bruscos movimientos de él en una sincronización que los llevó a ambos a un orgasmo compartido. Notó la leche caliente abarrotando su útero al tiempo que ambos amantes compartían su placer sin abandonar el beso. Ahora bien, cuando tomó conciencia supo que había roto el pacto inquebrantable que tenía consigo misma. Sólo su marido la besaba y así debería haber seguido siendo, pero ya estaba hecho. No había vuelta atrás para eso, ni tampoco para el polvo del que también ella se había beneficiado. No se enorgullecía. Tampoco se arrepentía. Sólo lamentaba ceder siempre ante aquel gandul al que no lograba arrancarlo de su vida. —¿Te ha gustado el beso? —preguntó Hassan. —Eso ha sido un desacierto. —Ha sido nuestro primer beso. Eso debe significar algo. —Significa que es el primero y el último, —dijo mientras recogía sus bragas del suelo para vestirse. Hassan se sentó en el cochambroso sofá con las piernas abiertas mostrando sus vergüenzas con indecencia. Después frotó su miembro de forma pausada mientras contemplaba a Merche vistiéndose. —¿Qué coño estás haciendo? —pregunto ella. —¿A ti que te parece? —preguntó él moviendo la mano con parsimonia arriba y abajo. —Me hago una paja. —¿No has tenido suficiente? —Sabes que no fierecilla. —Entonces te dejo con tu paja. Yo me voy, —dijo ella ya con el bolso en la mano. —¿No te apetece comértela? —le preguntó mostrándole todo su ...