El cuñado (Parte 2)
Fecha: 08/11/2018,
Categorías:
Gays
Autor: angelmatsson, Fuente: SexoSinTabues
... estaba haciendo esperar. Sopló suavemente por todo el contorno humedecido. Sonrió al verme gemir. Con su lengua tocó la punta de mi pene, de forma coqueta y traviesa. Sopló nuevamente y luego dio otro lametón. Finalmente, sin avisarme y más rápido que un rayo, su boca hizo desaparecer mi miembro. Un calor húmedo envolvió mi pene y jadeé por la sorpresa. Su lengua y boca eran maravillosas, succionaba y lamía todo a su paso. Jugaba con mi frenillo, chupaba mis testículos y comenzaba a trazar círculos alrededor de mi ano. Mi corazón estaba acelerado por tanto placer, y mis piernas estaban tomando vida propia, pues se retorcían de forma desesperada cada vez que me succionaba el glande. Se alejó por un momento y oí que escupía en mi ano. Volvió con la mamada y luego sentí que su dedo comenzaba a hacer presión en mi centro. Era suave pero firme, con la fuerza necesaria para que mi ano boqueara y se contrajera con desesperación. Bernardo tenía dedos gruesos y largos, pero el primero pasó sin causarme la menor molestia, sólo placer. Era genial, su dedo era perfecto. Me llenaba deliciosamente tanto en longitud como en grosor. Y tenía un movimiento alucinante, tocando mis paredes y haciendo presión en los puntos precisos para hacerme retorcer y gemir. -¿Te gusta? –Preguntó cuando se despegó de mi pene-. Es rico ¿verdad? Siento que te encanta, tu culo me aprieta el dedo y pide más. -Se siente rico –dije. Tenía mis ojos cerrados y mi frente arrugada, retorciéndome con cada movimiento ...
... de su dedo. -¿No te duele? –preguntó-. Estas muy cerrado y me da miedo dañarte. -Todo está bien –me tenté a decirle que ya antes había tenido una polla completa adentro y que su dedo no me causaba menor inconveniente. Pero iba a ser muy difícil de explicar. Sobre todo cuando tuve que tragarme mis palabras porque la intensidad subió… Su boca rodeó mi ano y comenzó a chupar, morder y lamer. En segundos mi culo chorreaba saliva, su lengua hacía esfuerzos por entrar y salir, y lo iba alternando con su dedo explorador que ya comenzaba a volverse bruto dentro de mí. Mis gemidos fueron aumentando de intensidad, llegando a un punto preocupante cuando empezó a meter su segundo dedo. Esta vez encontró más resistencia, y yo comencé a sentir más molestia. Mi anillo anal se negaba a abrirse y, en vez de ceder, se contraía alrededor de su dedo. Sentí su frustración al intentar entrar y sentir tanta resistencia. Separaba mis nalgas violentamente, y con sus pulgares, intentaba abrir más mi ano. Gemí cuando consiguió deslizar su grueso dedo dentro de mí. Sentí el familiar escozor y el punzante dolor. Pero no pude preocuparme de él por mucho rato, porque pronto comenzó a escarbar dentro de mí, llenándome de esas sensaciones que nublan el juicio. Sus dedos aumentaron velocidad y fuerza en mi recto. Mis gemidos se transformaron en gritos, y comencé a retorcerme como un gusano cuando le echan sal. Sentía que sus dedos iban a atravesar mi piel y saldrían por mi pubis de tan fuerte que presionaban ...