LA VIRGINAL HISTORIA DE VIRGINIA 2 - Relatos Eróticos

LA VIRGINAL HISTORIA DE VIRGINIA 2

... no está dedicado a mí, sino a mi manera de ser… - Me hace sentir muy a gusto…, y por eso entiendo rápido lo que me enseña.
-A mí me gusta mucho lo simpática e inteligente que sos. Es un placer tener alumna tan agradable como vos. Querés que estudiemos o seguimos hablando de lo que te gusta o no te gusta…
-Quiero seguir hablando con usted. Me gusta hablar con usted, es lindo. Usted es tan amable… 
-Y… si soy tan amable, como vos decís y querés… ¿te puedo tocar? ¡Jajaja! ¿Qué vivo, no? ¡Lance por lance, es gratis!
-Estoy segura que usted jamás me molestaría o haría daño si me toca, toda, todo lo que quiera. Y… no sé, estaría con ganas de que me toque… ¡Qué sé yo! Dicen mis compañeras que es lindo si el chico te toca bien…
-Bueno…, yo no soy tan chico…
-Estoy segura que usted lo hace bien. Tina y Claudia me dijeron que es muy lindo estar con usted. ¡Muy lindo!
-Bueno tesoro, probemos… ¿Querés probar? 
-¡Si! ¡Me gustaría!
-¡Pero no le digas a mamá! Se puede enojar.
-¡No le voy a decir nada!
-¿Qué querés que te toque primero?
-Lo que usted quiera profesor…, lo que quiera…
-Entonces empecemos por lo más fácil. Separá la silla y parate. Así, muy bien. Date vuelta. ¿Ves? Así. – Acaricié suave, muy suave, los glúteos, sobre la pollera, por supuesto. – ¿Así te tocaron?
-¡No! ¡Para nada! ¡Ninguna suavidad! ¡Qué suerte tiene su novia si le toca la cola así, tan suave, tan dulce! ¡Así me gustaría a mí!
-No tengo ninguna novia, tesoro. Soy viudo desde hace trece años. ...

... No tengo novias ni amantes, solamente buenas amigas…
-Pero… acá dicen que usted “anda”…, bueno…, dicen así, que hace cositas lindas con Etelvina y sus hijas… y Amalia, su hija y su nieta.
-¿Qué “ando”? ¿Te parece que podría tener tantas mujeres?
-Y…, usted es muy bueno…, todas dicen que lo quieren…, que la pasan muy bien junto a usted…
-¿Y vos que opinás? ¿Puede ser?
-Si, claro. Estoy segura que es así… Sintiendo como me acarició…, no puede ser de otra manera.
-¡Sos adorable! – Le acaricié la manito que tenía más cerca. 
-¿No quiere tocarme otro poquito, ingeniero?
-No, mi amor, ahora no. Vamos a hacer algo de la clase y luego, otro día, te toco más… ¿si?
-Como usted diga profesor. 
-Así tenés algo nuevo que decirle a tu mamá, de lo que estudiás, de las cosas que hacemos…, de “estas cosas”… 
-Si, está bien. Entiendo. 
	Estuvimos unos minutos viendo matemáticas. Llegó la hora de la mamá. Saludé y nos despedimos hasta el próximo sábado. 
	¡Al fin llegó! ¡Jajaja! ¡Deseos lujuriosos! ¡No hay más remedio! Los encuentros de mediodía con Ofelia, solo refuerzan los deseos por las “criaturas”. 
-No es necesario que me quede. Karina me dijo que usted es una persona muy seria y responsable y se dedica totalmente a que aprenda… - Y… ¡si la nena lo dice! – No hace falta a que me quede. No quiero que se sienta vigilada…
	¡Menos mal! ¡La vieja aprendió algo!
	Entramos y nos instalamos como siempre alrededor de la mesita. 
-Espera un momentito, tesoro. Ve preparando los ...