Celebraciones familiares (3): El cumpleaños (Continuación)
Fecha: 12/11/2018,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Rober XL, Fuente: CuentoRelatos
... entonces su mano izquierda y la obligué a tocar sobre el pantalón de faena la erección que me estaba provocando.
― No seas tonta… tengo lo que tú necesitas… ¿Lo notas? ―le susurré al oído.
― ¡Eh! ―se quejó.
He de reconocer que me precipité, y el castigo a mi descaro fue una severa bofetada que todavía me duele. Unas veces se gana y otras se “aprende”.
Me quedé tan conmocionado por aquella bofetada que di de inmediato un paso atrás con la mejilla ardiendo.
― ¡Joder! No hacía falta ponerse así. Con que me hubieras dicho “Suéltame” habría sido suficiente. ―le recriminé.
― ¡Vete a la mierda! ¡Eres un cerdo! ―me insultó enfadada.
― Nada de eso guapa, soy un hombre, nada más, y tú, tú has venido muy simpática… enseñando las tetas, luciendo tus bonitas piernas… ¿Qué esperabas?
― ¡Ibas violarme! ―gritó de nuevo fuera de sí.
― ¡¿Que qué…?!
― ¡Ibas violarme! ¡Cabrón! ―me repitió.
― ¿Violarte? Jamás haría algo así… de qué vas. ―repliqué sorprendido.
― Entonces qué coño hacías, ¿eh, imbécil?
― ¡Intentar follar contigo! ―respondí.
― ¡Lo ves!
― ¡No es lo mismo, ostia! No es lo mismo joder “con” alguien que joder “a” alguien. ―enfaticé tratando de hacerme entender.
― ¿Qué quieres decir? ―seguía demasiado ofuscada.
― Ni que fueses una cría… Sólo quería follar contigo… ―me sinceré con gesto serio.
― ¡Pues vete a la mierda! ¿Por quién me has tomado? ―indignada.
― Vale, vale. Perdona. Lamento haberte molestado.
No esperé que ...
... respondiera, dándome la vuelta me puse a recoger las herramientas. La experiencia me decía que no tiene sentido discutir con una persona enfurecida. Por más que yo lo intentara no entendería mis explicaciones. Mejor dejarlo como un mero malentendido que no como algo tan ruin e infame como una violación.
María Luisa:
Aquella tarde no pudo dejar de pensar en su discusión con su hija Carla, y si su hija tenía razón, y si estaba dejando la vida pasar sin disfrutar de las cosas que hacían que ésta mereciera la pena. Ciertamente el intento de Roberto de acostarse con ella no podría haber sido más oportuno en ese sentido. Una chica joven y sin ataduras tiene siempre tontos más o menos deseables a su disposición, sin embargo muy pocos son los valientes que se acercan a una agobiada madre, casada, trabajadora y ama de casa. Debería hacer dos años al menos que el guarda de seguridad de su urbanización le propuso almorzar en su oficina…
Los años no pasan en balde, el maldito espejo se encargaba de recordárselo cada mañana. La verdad es que su rostro tenía ya más rasgos propios de una mujer madura que de una joven, o eso le parecía a ella. Haber pasado de los 40, tener trabajo e hijos tenía un caro precio que ella aceptaba. Sin embargo, por alguna razón todavía resultaba seductora, al menos para el marido de Teresa.
Qué extrañas son las cosas. Una hora antes se había enfadado muchísimo cuando Roberto intentó meterle mano. En cambio, después de que su propia hija la hiciera sentirse ...