Celebraciones familiares (3): El cumpleaños (Continuación)
Fecha: 12/11/2018,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Rober XL, Fuente: CuentoRelatos
... Luisa, Piedad y yo estuvimos un buen rato hablando sobre la educación de los niños, o más bien discutiendo ya que nuestras posiciones eran enfrentadas en cuanto a las tablets, las extraescolares, etc. Había una gran complicidad entre la mujer de Rodrigo y yo por hacer tiempo hasta quedarnos a solas.
Finalmente Piedad se levantó y también la hija mayor de María Luisa que teléfono en mano dijo:
― Roberto, ¿me dejas tu cargador, por favor?
Mi viejo teléfono no habría terminado de cargar, aun así lo desenchufé para que se subiera.
― Claro, toma. ―le dije.
La joven se acerco a coger el cargador,
―Gracias. ―sonrió y susurrando añadió― Dejaré la puerta abierta
―No hay de qué. Qué menos…―puntualicé.
Sólo la delgada muchacha supo que me refería a la magnífica felación de aquella mañana. Tendría que aclarar las cosas con ella. Yo no pensaba convertirme en el amante de una adolescente caprichosa. Ya pasé por eso en su día, y no me quedaron ganas de repetir.
Carla tenía ese toque de ingenua intelectual que daban las gafas de pasta a la moda, como una aplicada estudiante que nunca se saltaría una clase de matemáticas. Nada en aquel rostro inocente hacía sospechar la voracidad con que la zorrita había chupado mis 20 centímetros de polla. Por un instante pensé si no lo habría soñado, pero no, todo el mundo sabe eso es lo que más les gusta a las jovencitas. Sólo así pueden gozar de un miembro viril sin poner en riesgo ni su decencia ni su virtud. Recordé una de ...
... mis primeras experiencias, aquella chica bajita estudiante de magisterio que tanto vicio tenía. La madre de Carmen, que así se llamaba la muchacha, siempre creyó que trasnochábamos para ver como acababa Gran Hermano. En realidad Carmen sólo fingía interés haciendo tiempo para que todos se subiesen a dormir, aguardando su verdadero festín. En fin, que siempre volvía a casa de mis padres tardísimo, congelado pero con una sonrisa de oreja a oreja.
Nos habíamos quedado los tres solos. María luisa, su marido y yo. Finalmente, ella se levantó y nos anunció que se iba a dormir. Rodrigo levantó un momento la cabeza respondiendo como un autómata al beso de buenas noches de su mujer y siguió leyendo. Yo me levanté rápidamente y le corté el paso. El deseo relucía en los ojos de María Luisa.
―Rodrigo, yo la acompaño a la cama… si no te importa quedarte aquí solo.
― Ah, vale, no pasa nada. ―respondió él sin prestar atención.
― Bien… Ya has oído “No pasa nada” ― repetí las palabras de Rodrigo con mis ojos clavados en los de la rubia.
Ella no dijo nada.
― Date la vuelta y pon las manos sobre la mesa ―ordené.
Su marido levantó por fin la vista del maldito periódico y se me quedó mirando sin entender qué pasaba.
― Vamos ―la apremié.
María Luisa puso ojos de súplica pero, viendo que yo aguardaba inmóvil a que hiciera lo que le había ordenado y que su esposo no decía nada, terminó por seguir mis indicaciones. Se giró y mirando a su marido se reclinó hacia delante para ...