1. Ana Julia la mujer que me inició en el sexo. Segunda parte


    Fecha: 23/11/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Urawan, Fuente: CuentoRelatos

    ... tú lo hiciste.
    
    - ¿Verdad, eso deseas?
    
    -Sí eso quiero.
    
    El potrito y la amazona empezaron nuevamente sus recorridos y exploraciones de los lugares que ansiaban recorrer y explorar. La excitación y la lujuria eran las dueñas de la situación.
    
    -Potrito, ven lame.
    
    Me tomó de la cabeza y me introdujo en su nido.
    
    -Lame, chupa succiona, mama, introduce tu lengua en mí, juguetea en mí ser mismo, no pares, yo también deseo ser toda tuya…
    
    Eso hice, lamí, chupé, succioné, mamé e introduje mi lengua en ella, jugueteé con su ser mismo. Mis dedos decidieron participar de la introducción y se introdujeron una y otra vez, constante y frenéticamente. Frenético de lujuria el potrillo con su poderoso miembro erguido se encaramó sobre su jinete e introdujo su ser en el nido, abrió sus puertitas golpeteó sin parar, sin pedir permiso se fue hasta lo más profundo de él, empujo y sacó, una y otra vez. Él solo deseaba satisfacerse nada más. El nido que estaba conociendo era indescriptible, la sensación del acto más aún, únicamente quería hacerlo y hacerlo, hasta sentir la sensación deliciosa de llegar a la cima donde se encontraba el orgasmo, deseaba culminar esa cuesta deliciosa de ...
    ... subir y subir.
    
    La poseída, la gozada, la conseguida, sabía lo que hacía. Siempre supo lo que hacía desde el primer día que lo conoció, se movía rápido y cadenciosamente. Apretaba y soltaba lo que tenía dentro de su nido. Apretó y soltó al intruso hasta hacerlo escupir todo lo que tenía represado, y escupió dentro de ella todo lo que tuvo, y lleno su pozo erótico con su fluido montaraz. Para el potrillo silvestre, una vez, dos veces eran pocas él quería más y más. El potrillo había conocido la lujuria; él quería continuar hasta dejar completamente fatigada a su jinete, para la amazona exaltada, una vez, dos veces eran pocas ella quería más. Ella quería continuar hasta dejar completamente fatigado y domado a su potro cerril.
    
    Se buscaba ver quien fatiga a quien. Quien se rinde, Quien dice: Ya no más. Ninguno se rindió ya que estaban hechos a medida justa para satisfacer a su compañero y a el mismo.
    
    Nunca pudieron dominarse, nunca pudieron fatigarse, únicamente desenfrenarse apasionadamente dándose todo entregándose completamente.
    
    Ese encuentro sería uno más de una larga cadena de juegos eróticos donde se luchaba para dominar al otro
    
    ¡Ana Julia!
    
    ¡Que hermosa mulata era! 
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