D O Ñ A S O L E (3)
Fecha: 01/12/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... ternura, todo el sentido amor de que era capaz, se me abrazó con toda su alma, con brazos y piernas, y me sorprendió susurrándome • ¡Así, mi amor; así!… Dulcecito… Suavecito… Mi amor… ¡Ámame, mi vida…ámame! … Dame tu amor… Con tu polla… Dámelo en mi chochito… Así, mi amor…así…como lo estás haciendo…. Sigue, cariño mío; sigue… ¡Aggg!. ¡Aggg!. ¡Aggg!. ¡Así, mi amor…mi vida!. ¡Qué bien…qué bien…que me lo haces…¡Qué bien que me estás amando, mi bien!. ¡Te noto…te noto cariño mío!. ¡Lo noto…lo noto cómo me amas!…. ¡Lo noto en mi chocho!. ¡Qué dulzura…qué dulzura la tuya, mi amor!. ¡Dame más…un poquito más, mi amor!. ¡Termino!… ¡Termino otra vez amor mío!. ¡Sigue…sigue…no pares!. ¡Aguanta…otro…poquito!… ¡Aguanta…mi…vida!. ¡Aguanta!. ¡Aguanta!. ¡Ya!… ¡Ya!… ¡Ya!. ¡Ya…acabo!. ¡Ya…ya…ya!…. ¡Estoy…acabando!. ¡Aaggg!. ¡Aaggg! Aquello, lo que surgió en aquella otra noche mágica, de las que iban ya…fue de capital importancia para nuestra relación de pareja. Fue ella quien primero reparó en ello, pues si yo me quedé como un tronco cuando nuestros cuerpos, nuestros organismos, no dieron más de sí para poder seguir amándonos, ella no; ella quedó despierta largo rato, dando vueltas y más vueltas a su cabecita, bastante bien “amueblada” por cierto… Y… ¿Qué era lo que la mantenía despierta, inquieta, sin poder dormir? Sencillamente, a su mente regurgitaron cosas, frases dichas en el frenesí de la precedente noche de amor… Esas cosas, esas frases que se dicen sin pensarlas, fruto las más veces ...
... del supremo enervamiento pasional del momento… Esos, “Amor mío”…“Mi amor”…”Mi vida o Vida mía”… Recordó, perfectamente cómo no era nada tópico eso de “¡te noto cariño mío!. ¡Lo noto…lo noto cómo me amas!…. ¡Lo noto en mi chocho!”… Sí; lo notaba palmariamente… Notaba el amor que yo le inoculaba con mi miembro en su “cosa”… No; no era un tópico, sino algo palmario… Muy material… Muy, pero que muy real… Pero es que también se dio cuenta de que tampoco ella había sido ajena a ese intercambio amoroso… Ni mucho menos; también ella había sido protagonista activa, y no sólo recibiendo el amor que yo le daba, sino que también ella, enteramente entregada a mí, me había dado su amor… Su amor con su sexo, en un amoroso toma y daca en el que ninguno de los dos nos habíamos quedado atrás Y la gran pregunta surgió: ¿Me amaba ella a mí?. ¿Se había enamorado ella de mí, por finales, como parecía estar yo enamorado de ella?. Y el sólo considerarlo le ponía los vellos de punta… Porque, se pensaba, para ella sería una verdadera tragedia… ¡Señor!, si era trece años mayor que yo”… Si, en diez años simplemente, yo tendría treinta y siete en tanto ella, ¡cincuenta!. ¡Señor, Señor, Señor, pero… ¡Qué locura más inmensa!. Y claro… Ella, al final, la “pagana”… ¡Por vieja idiota! Yo me levanté tan telendo al día siguiente: entré al baño y, como siempre, lo encontré todo listo para que yo lo usara. La bañera llena de agua, ni fría ni caliente, las sales espumeando por la superficie del agua –me gusta más ...