D O Ñ A S O L E (3)
Fecha: 01/12/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... perspectiva le pareció de perlas… Desde ese momento todo en ella fue actividad casi febril. El día, o por mejor decir, la tarde sería para recordarla… Y eso había que celebrarlo… Y ya se sabe, en España, como supongo que hasta en el último rincón del planeta tierra, las celebraciones siempre empiezan en la mesa, con la gastronomía, uno de los más primarios y generalizados placeres que el hombre conoce. Sí; se imponía un ágape en verdad especial. Tres opciones aparecían ante ella, llegados a este punto, mis tres grandes preferencias culinarias: Una más que ilustrada paella, una excelente paletilla de cordero lechal al horno, o una merluza a la que no se le pudiera oponer pero alguno, también al horno Se decantó por esta última especialidad, como menos pesada, pues la tarde que seguiría exigiría, indudable, gasto de energías, luego proteínas, pero también ligereza de cuerpo; agilidad… Y eso, lo que mejor lo reunía era el pescado… Y, además, blanco… Pero Sole, como me dijera el primer día que vino a casa como dueña y señora de mi hogar… Sí, mi hogar ya, no una simple casa… Una especie de leonera a la que por las noches, no iba sino a dormir… Digo que como en aquél primer día me dijera, era una excelente ama de casa, que hasta esquilaba los huevos, si necesario fuera, para poder cubrir cuantos gastos se presentaran, tenernos a los dos hechos unos “pinceles”, de “bonitos” y elegantones, y que en la mesa nunca faltaran platos suficientes, nutritivos y hasta la mar de sabrosos, ...
... pues también reunía ser una excelente cocinera. Así que, en el altar del ahorro familiar, que lo cortés tampoco debe ser obstáculo para lo valiente, sacrificó la nobiliaria merluza por algo más “proletaria” pescadilla de pincho, recién pescadita como aquél que dice, que daba gloria verla… Y que yo, como cualquier marido más que enamorado de su dulce mujercita, me engullí por merluza del Cantábrico gallego que era una vida mía. Solucionado pues el asunto del condumio, con la pescadilla en el horno, su dedo de aceite de oliva, su cebolla, hecha rodajitas, sus patatas cortadas como para tortilla, pero más gruesas; aparte, su zumo de limón en un vasito y otro vaso con unos cuantos dedos de vino blanco, los justos, amén del salero y el pimentero para salpimentar el asado en su justo momento. Pues bien, apañado ya todo esto, tocó el momento de ponerse guapa parea su hombre… Su maridito, dijeran lo que quisieran decir los tribunales, civiles o eclesiásticos, pues qué sabían ellos de amores entre un hombre y una mujer… Como de costumbre, comenzó por bañarse en espumante agua, merced a las abundantes y más que olorosas sales de baño; siguió por perfumarse… Unos toquecitos de Chanel tras las orejas y en el dorso de las muñecas, donde las venas se marcan más; seguidamente, efectivo pintarse los labios, en ese tono rojo intenso, fuego, que a mí tanto me gusta… El oportuno perfilado de labios, la ligera sombra de ojos y, finalmente, un levísimo toque de color en las mejillas… Se miró, ...