Mi hermana
Fecha: 02/12/2024,
Categorías:
Incesto
Tus Relatos
Autor: Anonimus, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
... la verdad estaba ahí, tangible.
La mano de Anita se deslizó por mi cintura, aferrándose a mí como si temiera que este momento se desvaneciera. Sus ojos estaban llenos de una súplica silenciosa, de un deseo crudo que clamaba por ser liberado. Yo asentí, acercándome más, dejándome caer sobre ella mientras nuestros cuerpos se encontraban, mientras nuestras respiraciones se mezclaban, al borde de ese precipicio en el que todo era posible, en el que finalmente seríamos libres de todo tabú.
"Quiero que me cojas... quiero que me hagas sentir todo lo que he soñado", susurró Anita, con su voz impregnada de desesperación y deseo. Mi boca encontró la suya, y la besé profundamente, mientras nuestras manos se buscaban, nuestras pieles quemaban bajo el toque mutuo.
Anita, en ese momento, no era solo mi hermana, era el reflejo más puro de un deseo profundo e incontenible, la entrega completa a lo prohibido, y nosotras estábamos listas para atravesar ese umbral sin volver la vista atrás.
Y sabes, me dijo Anita, "quiero si pudiera chupársela... sentir su verga caliente, chorreante en mi boca, quiero saber cómo sabe ese deseo que quema". Sus palabras eran un susurro lleno de una necesidad irrefrenable, una súplica que me atrapó con una intensidad que jamás había sentido antes. Sus ojos se cerraban con fuerza mientras se imaginaba en esa escena, arrodillada, mirándolo a los ojos mientras se entregaba a ese impulso, esa desesperación por sentir el poder de un hombre mayor, de nuestro ...
... padre que la tomara sin reservas, que la dominara con cada embestida, hasta que no quedara más que el placer absoluto. Y sabía que, en el fondo, ese deseo también me quemaba a mí.
El aire entre nosotras estaba más cargado, pesado, vibrante. Anita temblaba, con sus ojos fijos en los míos, buscando permiso, buscando liberación. Acerqué mi rostro al suyo, dejando que mi aliento se entremezclara con el suyo. La yema de mis dedos apenas rozó su mandíbula, delineando el contorno de su rostro mientras el color se intensificaba en sus mejillas.
—Háblame de lo que sentiste…otra vez…me calienta mucho oirte —susurré, con mi voz ronca, cargada de intención.
Sus labios se separaron apenas, y por un momento pensé que no respondería. Pero entonces, con un jadeo entrecortado, lo soltó todo de golpe, como si esas palabras hubieran estado atrapadas dentro de ella durante demasiado tiempo.
—No podía dejar de mirarlos. —Su voz era un murmullo tembloroso, como un secreto confesado al oído de un amante. Cerró los ojos mientras sus palabras ganaban fuerza—. La manera en que sus cuerpos se movían juntos, la intensidad en sus miradas... verlos culiando. Me perdí en ellos. Pero... también pensé en ti. En cómo sería si fueras tú la que estuviera conmigo, haciéndome sentir así.
Mi sonrisa se curvó con un toque de perversión, y bajé mi mano hasta su cintura, atrayéndola hacia mí. La cercanía de su cuerpo encendía cada nervio de mi piel. Mi lengua rozó su lóbulo, lenta, calculada, antes de ...