Muñeca Bondage
Fecha: 19/06/2025,
Categorías:
Dominación / BDSM
Tus Relatos
Autor: Hecuba, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
... me detuve, luego unos pocos más y noté la vibración que hacía una puerta al abrirse. Avanzamos y a continuación sentí calor. Ya estábamos dentro del sitio que fuese al que me había llevado y mi imaginación echó a volar y con ello mi coño a humedecerse.
¿Cuánta gente habría a mí alrededor? ¿Quién me follaría esa noche? Imposible saberlo. Aunque los tapones me aislaban de casi todo, unas voces inentendibles llegaban a mis oídos.
Me quedé un rato largo de pies en medio de la más absoluta oscuridad, sonriendo lo mejor que me dejaban las pinzas en mis pezones al saberme observada. Mantenerme tan de puntillas por la curvatura de mis zapatos de tacón alto tampoco es que fuese cómodo precisamente, pero muy elegantemente eché las manos hacia atrás y estirada ofrecí la mejor visión posible de dos de las partes más importantes de mi cuerpo, mis pechos y mi culo. Quién fuera que me estuviera viendo tenía bien claro que se le estaría poniendo la polla bien dura al contemplarme como estaba y tan dispuesta a satisfacerles. Se me pasó por la cabeza saludar, pero mi propietario no me había dicho que pudiera hablar, así que nada.
Forcé un poco la postura para así hacer que el vestido se me subiera un poco y pudiera apreciarse el liguero y el tanga que mi amo había elegido para mí y para esa ocasión, y ya por fin llegó el para mí tan ansiado toqueteo. Una mano me apretó el culo, y por el cómo lo hacía yo juraría que era mi propietario. Noté como mi vestido se subía hasta casi mi cintura y ...
... como me bajaban el escote para dejar mis tetas desnudas. Me mordí el labio a medio camino entre el dolor que me produjeron las pinzas y la oportunidad de sentirme tan vulnerable. Una sola mano me manoseo una teta mientras la otra seguía en mi culo y jadeé de dolor. Apreté mis manos entre sí a mis espaldas ante la tensión que me producía lo que sabía que iba a venir: llegaba el momento en que me quitarían las pinzas. Obviamente no lo vi venir, y cuando las mandíbulas de una de ellas se abrieron entorno a mi pezón grité de dolor, grito que rápidamente silencié cerrando la boca pero que no me quedó más remedio que expresar aunque fuera doblando la rodilla y venciéndome sobre quién fuera que me estaba sobando (era mi amo, lo supe por su perfume). Bufé y me retorcí, y cuando sentí la mano cambiar de pecho mi respiración se volvió vertiginosa. No, otra vez no. No quería que la pinza se quedara ahí donde estaba, pero tampoco quería que me la quitaran. Y entonces pasó, y grité y boté en el sitio. Dios, cómo odiaba esas pinzas. Las odiaba con todo mi alma. Las otras que teníamos en nuestra colección eran mucho mejores, hacían exactamente la misma función pero de manera mucho menos cruel que esas.
Amablemente me comenzaron a chupar los pezones, a mimarlos con la lengua y suspiré del gusto echando la cabeza hacia atrás. Esa alternancia de sensaciones era una verdadera delicia, pasar del dolor al cariño me hizo sentir cuidada y deseada.
Cuando se aburrieron de rechupetearme las tetas me ...