Mi mamá cogiendo con el panadero
Fecha: 17/07/2025,
Categorías:
Confesiones
Tus Relatos
Autor: Karen Hernández, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
... con esa luz naranja de final de tarde que parece sacada de una película. Escuché la puerta abrirse con suavidad, como si ella misma quisiera no romper el silencio. Y ahí estaba: su silueta recortada contra la luz del pasillo, con esa chaqueta de mezclilla que se le ciñe al cuerpo como si la hubieran cosido solo para ella, y con esa seguridad tan suya que a veces me intimida… pero siempre me inspira.
Se acercó a mí sonriendo con un brillo en los ojos que ya no veía desde hacía tiempo.
—¿Todo bien con tu papá? —me preguntó, bajando la voz como si supiera que no fue fácil.
—Más o menos —le dije, encogiéndome de hombros.
Ella se sentó a mi lado en la cama sin decir nada por un momento. Solo me miró. Como si pudiera leerme.
—Sabes… —empezó con tono suave—. A veces uno tiene que ser valiente no para gritar lo que siente, sino para vivirlo sin pedir permiso.
Me quedé callada. Sus palabras me pesaron bonito, como si una parte de mí por fin se sintiera entendida.
—No lo hice para provocar a nadie —dijo, y bajó la mirada—. Me vestí así porque me gusta, porque me siento viva, porque después de años de tratar de encajar en algo que ya no me quedaba… me di cuenta de que prefiero ser incómoda para otros antes que invisible para mí.
Eso me tocó el pecho como un suspiro. Me mordí el labio, porque quería decir algo, pero no me salía.
—¿Y sabes qué me dijo el panadero? —dijo de pronto, cambiando el tono a algo más juguetón.
—¿Qué?
—Que le encantaba cómo me ...
... quedaba la ropa que me regaló. Que parecía otra mujer. —Hizo una pausa, y sonrió como niña traviesa—. Y le dije que todo esto lo hacía por mí… pero también un poquito por él.
Solté una risa bajita. Esa complicidad que tiene con él siempre me ha dado algo entre ternura y orgullo. Y justo cuando pensaba que la charla había terminado, metió la mano en la bolsa.
—Te traje esto —me dijo, sacando dos panqueques pequeños, envueltos con cuidado en servilletas con florecitas.
—¿Panqueques?
—Sí… especiales. De los que él solo hornea para ciertas personas. Uno para ti, y otro para mí. —Y me guiñó un ojo—. Pero tienes que prometerme algo antes de comerlo.
—¿Qué?
—Que nunca te vas a esconder por miedo a incomodar. Ni por tu forma de vestir, ni por lo que sientes. Que si algún día decides ser libre, lo hagas con todo. Como yo.
Tragué saliva. No supe qué decirle al instante… pero al mirarla, con esa mezcla de fuerza, ternura y algo de rebeldía, supe que no necesitaba jurarlo.
Solo asentí.
Comimos los panqueques en silencio, entre sonrisas y migas dulces, como si esa merienda fuera un pacto entre mujeres. Entre generaciones.
Entre libertad y amor propio.
Y aunque por dentro me sentía temblorosa, también me sentía un poquito más fuerte. Porque entendí que no todo lo que brilla tiene que pedir perdón.
Y yo… había nacido para brillar también. ✨
Ya para terminar mientras comíamos nuestros panquesitos mi mamá mi mamá tomo su bolso y saco un pequeño topper en el ...