1. Mi encuentro con el oficial #1


    Fecha: 11/08/2025, Categorías: Confesiones Tus Relatos Autor: Karen Hernández, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    ... envuelta en las sábanas suaves y con el cuerpo delicioso y dulcemente adolorido por todo lo que había pasado esa noche.
    
    El cielo ya comenzaba a aclararse, un tono azul suave con pinceladas de naranja y dorado, filtrándose por la ventana abierta de esa casa prestada…
    pero en mi mente, todavía estaba la terraza, las estrellas, el whisky ardiendo en mi garganta y su cuerpo encima del mío, moviéndose lento, firme, con deseo y ternura a la vez.
    Había sido perfecto.
    
    Estaba acostada de lado, sin ropa, con su brazo envolviendo mi cintura como si me reclamara como suya incluso dormido.
    Su pecho desnudo subía y bajaba contra mi espalda, y yo podía sentir su respiración cálida en la nuca.
    Cerré los ojos un momento, suspirando. Sonreí. Dios... qué noche.
    
    —¿Ya estás despierta? —murmuró su voz ronca, profunda, justo detrás de mí.
    
    —Mmm… sí —respondí bajito, sin moverme—. Pero no quiero abrir los ojos. Si los abro, temo que todo haya sido un sueño.
    
    Él se acercó más, pegando su cuerpo al mío, y deslizó lentamente sus labios por mi hombro desnudo.
    
    —¿Así sueñas tú? —susurró—. Porque si es así… quiero meterme en todos tus sueños de ahora en adelante.
    
    Reí bajito, girándome para quedar frente a él. Tenía el cabello algo revuelto, los ojos medio dormidos… y aún así, se veía peligrosamente guapo.
    Le acaricié la mandíbula con la yema de los dedos, muy suave.
    
    —Anoche me gustaste demasiado —le confesé.
    
    —¿Solo anoche? —bromeó, haciéndose el ofendido.
    
    —Bueno, desde que ...
    ... me detuviste la primera vez. Pero ayer… fue distinto. Me hiciste sentir… no sé… como si todo el mundo se hubiera apagado —le dije, bajando la mirada con una sonrisa tímida.
    
    Él me tomó la barbilla con dos dedos y me levantó el rostro.
    
    —Porque fue así. Te lo dije: después de esa noche, no ibas a dejar de pensar en mí.
    
    —Maldito engreído —murmuré sonriendo, acercándome para besarlo lentamente.
    
    Su lengua buscó la mía con suavidad, y nos besamos con la calma de dos personas que ya no necesitaban acelerar nada.
    Nos saboreamos como si el tiempo nos perteneciera.
    
    Después del beso, me acurruqué en su pecho.
    
    —No sabía que los policías también sabían ser tan suaves… —bromeé.
    
    —¿Y qué pensabas? ¿Que solo sabía usar las esposas?
    
    —Mmm… tampoco me molestaría probarlas algún día… —dije en tono bajo, provocador.
    
    Él me miró con una sonrisa ladeada y ojos brillando.
    
    —Cuidado, maestra. No digas esas cosas tan temprano. No me hagas hacerte llegar tarde a tus clases.
    
    —No me amenaces con un buen momento —dije, besando lentamente su cuello.
    
    Él suspiró, acariciando mi espalda, bajando la mano con lentitud, mientras hablábamos entre risas suaves, caricias y suspiros.
    
    —¿Y qué vamos a hacer ahora? —pregunté, mirándolo a los ojos—. ¿Esto fue solo una noche linda… o vas a seguir buscándome con cualquier excusa?
    
    —No necesito excusas —dijo firme—. Si quiero verte, te llamo. Si te deseo, te lo digo. Si te extraño… voy a ir a buscarte aunque estés dando clase en medio ...