Mi encuentro con el oficial #1
Fecha: 11/08/2025,
Categorías:
Confesiones
Tus Relatos
Autor: Karen Hernández, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
... del recreo.
Me reí fuerte, tapándome el rostro.
—¡Qué descarado!
—¿Qué esperabas de un oficial que se enamoró de una maestra al verla por el retrovisor?
Me congelé un poco al escucharlo decir eso. ¿Lo había dicho así, sin filtro?
—¿Te enamoraste…?
Él me miró un momento, serio, y luego sonrió.
—No sé si enamorado aún… pero sí obsesionado. No te saco de la cabeza. Y después de anoche… ya no quiero sacarte.
Me quedé en silencio, mi pecho latiendo con fuerza.
Deslicé mis dedos por su pecho, suavemente, como si tratara de grabarme cada parte de él.
—¿Puedo confesarte algo yo también? —dije, alzando la mirada.
—Claro.
—Me siento viva contigo. No sé cómo explicarlo. Eres como una chispa que me enciende… no solo el cuerpo. También el alma.
Él se inclinó, me besó suavecito, y apoyó su frente en la mía.
—Entonces prometo seguir encendiéndote. Las veces que tú quieras… donde tú quieras.
Nos quedamos abrazados un rato más, en silencio, con la luz del amanecer bañándonos.
El whisky se había terminado, las rosas seguían frescas en la mesita, y nuestros cuerpos… aún estaban calientes.
Y justo cuando creíamos que la noche había terminado, él me susurró al oído:
—¿Quieres bañarte conmigo… o prefieres que te vuelva a ensuciar antes?
Le sonreí con picardía, mordiéndome el labio.
—¿Y si mejor haces ambas cosas?
Él se echó a reír, me levantó en brazos como si no pesara nada… y me llevó directo al baño.
Donde el vapor se mezcló con los ...
... gemidos, el agua con las caricias, y el deseo con la risa.
Porque cuando dos cuerpos se entienden así… las reglas ya no importan.
Salimos del baño entre risas, envueltos en toallas y con el vapor aún flotando en el aire. Yo sentía la piel todavía tibia, el corazón un poco acelerado, y el alma… completamente revuelta.
No podía dejar de mirarlo. Tenía esa mezcla peligrosa de protector y provocador, que me hacía sentir segura y a la vez... en problemas.
—Tienes una manía por dejarme sin aliento —le dije con una sonrisa mientras me secaba el cabello con los dedos.
Él me miró con una ceja levantada, recostado contra el marco de la puerta, apenas cubierto por su toalla.
—Y tú tienes una habilidad única para hacer que el tiempo se me olvide —respondió, mordiéndose el labio inferior—. Hablar contigo, tocarte… es como perder la noción de todo.
—¿Sí? Pues… ¡Ay no! —exclamé de pronto, mirando hacia el reloj de la pared—. ¡Son las 7:42! ¡Dios mío! ¡Mis clases!
Me puse la mano en la frente, medio en pánico y medio riéndome. Me giré hacia él con los ojos muy abiertos.
—¡Tenía que estar en la secundaria hace media hora! ¡Los chicos deben estar como locos!
Él se rió sin culpa, cruzando los brazos.
—Bueno, tal vez tengas que explicar que una “situación de alto riesgo” te impidió llegar a tiempo… —me dijo con tono provocador—. Y créeme, maestra, yo soy un riesgo andante.
Le lancé una mirada divertida mientras comenzaba a vestirme apresurada, tratando de peinarme ...