1. Hija de poli


    Fecha: 05/01/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos

    ... curiosos, me dirigí al portal 13, donde un incómodo Darío me hizo entrar para que nadie me viera hablando con él.
    
    Durante los diez minutos escasos que charlamos, nuestro confidente me explicó que el apuñalado solía encamarse con todas las jovencitas que se le ponían a tiro, así que era cuestión de tiempo que a la esposa se le cruzaran los cables, pues era habitual el ruido de platos y cristales sobrevolando el espacio en aquella casa. Me estaba despidiendo para salir de allí, cuando llamaron a la puerta.
    
    -No pueden verte aquí, me hundirías el negocio –soltó alarmado, señalando la puerta del baño para que me encerrara en él. A parte de la cocina y el diminuto comedor, aquellos apartamentos solamente tenían dos habitaciones, el dormitorio y la que utilizaba de tienda-despacho en el caso de Darío.
    
    Bastaron unos segundos desde que aquellos dos tíos habían cruzado la puerta para darme cuenta que había problemas. Pertenecían a una banda latina, pues su acento les delataba, y las amenazas iniciales se tornaron en golpes al poco rato. Dudé entre actuar o no hacerlo, pues seguro que Darío prefería recibir un par de cachetes antes que delatar su buena relación con la policía, hasta que oí claramente “te voy a rebanar la quijada, pendejo”.
    
    Abrí la puerta arma en ristre apuntando al tío que amenazaba a mi confidente rodeándole el cuello con una navaja cromada. ¡Alto, policía! ¿Dónde estaba el compañero? Tardó el mismo tiempo el navajero que atenazaba a Darío en soltar su arma ...
    ... como la mía en caer al suelo al recibir un golpe seco en la muñeca. Me había precipitado y no me había dado cuenta que se había metido en la habitación de al lado. Me giré rápido, devolviendo el golpe con lo que logré espacio suficiente para agacharme y recuperar la pistola. Fui rápida, pero no lo suficiente para evitar que el tío se me echara encima. Mido 1,74 cm y peso 60 kg pero mi agresor debía pesar unos 20 kg más que yo así que su propia inercia me lanzó al suelo con el fulano encima. Forcejeé, pero no logré darme la vuelta así que al momento me encontré boca abajo con otra navaja cromada ordenándome quedarme quieta. Obedecí amenazando.
    
    -Estáis atacando a un agente de la ley. Largaros antes de que os arrepintáis.
    
    Entonces sentí miedo. Por sus carcajadas, inconscientes ante las consecuencias de sus actos, por su violencia, más verbal que física, pero sobre todo por su desesperación. Mientras me ponía mis propias esposas, con la misma maniobra que yo había empleado decenas de veces, me escupió:
    
    -Habíamos venido a llevarnos un pequeño botín en mercancía y plata, pero parece que también podremos saborear el postre.
    
    -Suéltame hijo de puta si no quieres…
    
    -¿Si no quiero qué zorrita? –me cortó el cerdo que se había sentado sobre mis nalgas. Me agarró del cabello tirando de mi cabeza mostrándome de nuevo la navaja. –En Europa las mujeres estáis mal acostumbradas. Creo que va siendo hora que un macho de verdad te enseñe modales. ¿Qué te parececompa, le enseñamos a ...
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