Hija de poli
Fecha: 05/01/2019,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos
... comprendiéramos que era ahora o nunca. Mi confidente golpeó a su par con un fuerte codazo en las costillas, mientras yo concentraba toda la rabia acumulada en mi cuello y cabeza para erguirme a toda velocidad e impactar contra la cara de mi violador.
Si hay algo que te enseñan en el cuerpo, además de mantener siempre el control y a no utilizar la fuerza indebidamente, es a conocer las partes del cuerpo más vulnerables de un atacante. Un puñetazo en el estómago te dobla por la mitad. Una patada lateral en las rodillas o centrada en los genitales también suelen tumbar al más fornido. Pero ante un ataque posterior, lo más efectivo es la nariz. No hace falta que el golpe sea especialmente fuerte para anegarle los ojos de lágrimas, pero si se la rompes, como hice, tu contrincante queda fuera de combate unos segundos, los suficientes para que pudiera darme la vuelta y noquearlo con una patada cerca del oído, otra diana prohibida para un policía pues los daños pueden ser irreparables.
Gateando y corriendo, lograron alejarse hasta la puerta para escapar, con una mano en el pantalón y la otra en la cabeza mi agresor, sin soltar la bolsa que Darío le había entregado elcompa. Darío llegó a perseguirlos hasta el quicio de la puerta pero no salió. Optó por cerrarla y preguntarme si me encontraba bien.
Tenía las pulsaciones a mil, respirando aceleradamente, tratando de sobreponerme al susto aunque no había sido tan grave después de todo. ¿Dónde tienes la llave de las esposas?, ...
... preguntó mi ocasional compañero asiendo de mi pantalón para subírmelo. Pero no le respondí. Una desconocida ira interior había tomado el control de mis actos.
-No me las quites. –Respondí mirándole a los ojos, cuando pude articular palabra. Me di la vuelta, ofreciéndole mi grupa y le exigí: -Fóllame.
Aún hoy me cuesta explicar lo sucedido. Supongo que involuntariamente, aquellos dos desgraciados, de los que encontramos los cuerpos despellejados dos días después, habían accionado un interruptor en mi ser, en mi interior irracional, que desconocía poseer. Darío tardó en obedecer mi orden, la última vez que le he dado una, pero fue el mejor polvo de mi vida hasta ese momento. Me corrí a los pocos segundos con una intensidad completamente desconocida para mí, gritando poseída mientras el orgasmo más largo de los sentidos en mi aún corta existencia percutía sin cesar doblándome las piernas, sacudiendo mi cuerpo y anegando el piso, pues llegó a escapárseme el pis.
***
La oscuridad me desconcierta. Amplifica las sensaciones a la vez que me desorienta. No sé cuanto rato llevo encadenada a la cama de Darío. Minutos. Muchos minutos. ¿Tal vez una hora? ¿Más? No lo sé, no puedo buscar un reloj ni mirar hacia la ventana para calibrar la caída del sol. Pero llevo demasiado rato.
Demasiado rato tratando de escuchar, atenta a cualquier ruido que me dé alguna pista sobre mi carcelero, pero no oigo nada dentro del piso. O no me parece que los ruidos que oigo, algún grito, portazos, ...