1. Hija de poli


    Fecha: 05/01/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos

    ... provengan de este apartamento. Además, el constante sonido del vibrador, tenue al principio, pero persistente hasta clavárseme en el cerebro ahora, me dificulta discernir claramente otros sonidos.
    
    Mi respiración también resuena en mi cerebro. Acelerada, debido a los nervios de la situación, pero sobre todo porque el puto Darío me ha dejado caliente como una perra y el maldito aparatito me mantiene en trance, horadando cuál ejército de hormigas mis entrañas, pero sin llegar a la intensidad suficiente para proporcionarme el orgasmo.
    
    Noto mi piel completamente erizada, trato de frotarme las piernas para acariciarme el pubis, para meterme más adentro el acero que me tortura, o para sacármelo de la vagina si fuera posible, pero no lo es.
    
    Tengo la garganta tan seca que me escuece. Salivo, salivo tanto como puedo para refrescarla mientras mi lengua lame mis labios para hidratarlos. Pero no lo necesitan. Están húmedos, ávidos de chupar mis propios pezones si llegara a ellos. O mejor, si mi cuerpo fuera lo suficientemente elástico, me comería mi propio coño para acabar con esta tortura.
    
    ¡Por Dios Darío! ¿Dónde coño estás? Ven de una puta vez y fóllame. Tómame como quieras, hazme lo que quieras, pero acaba con esta tortura. No sólo me va a estallar la cabeza, las terminaciones nerviosas de mis pechos, de mis pezones y de mi sexo están a punto de reventar.
    
    ¡Un click! He oído un click, por fin, es la cerradura de la puerta abriéndose. Darío, eres un cabrón y te juro que ...
    ... esta me la pagas. No lo digo en voz alta pues oigo sus pasos acercándose a la puerta de la habitación. Pero no la abre. ¿Qué está haciendo? Tengo ganas de gritar, de llamarlo, pero oírlo, que no sentirlo cerca, me ha alterado más aún de lo que ya estoy, ha aumentado mi excitación. Así que prefiero seguirle el juego porque sé que en cuanto me ponga una mano encima, aunque solamente roce mi piel con un dedo, me correré como lo que soy, una perra en celo, su perra.
    
    La puerta se abre por fin. Noto incluso una leve corriente de aire refrescándome, pero haría falta un tsunami para rebajar mi temperatura. Mi respiración se acelera, abro las piernas todo lo que puedo, ofreciéndome al guerrero volviendo del campo de batalla cual ofrenda triunfal, mi lengua se mueve involuntariamente, así como mis caderas, rogando que me saque la mierdecilla que me ha metido en la vagina y me meta una polla como Dios manda.
    
    Lo noto acercarse, por mi izquierda, pero no se desviste. A lo mejor lo ha hecho fuera, por eso ha tardado un poco en entrar. O prefiere tomarme completamente vestido en un acto más de dominio sobre mí y mi desnudo cuerpo.
    
    Entonces noto la mano agarrándome de la cola, moviendo mi cabeza. Se ha puesto colonia, un suave aroma desconocido para mí que se mezcla con el olor a putiferio que inunda la sala. Muevo la boca, saco la lengua tratando de lamerle el brazo, el dedo, lo que sea que calme mi ansia. Pero no llego. Su mano libre, en cambio, me está sobando las tetas, primero mi ...