1. Sentidos Inflamados


    Fecha: 05/01/2019, Categorías: Transexuales Autor: Any Lorac, Fuente: CuentoRelatos

    ... atraerlo más. Repetía ese cambio de orificio como si no se decidiera por ninguno de los dos y, cosa sorprendente, mi culo recibía su enorme miembro con igual facilidad que mi vagina. Nunca a mi ano lo había sentido así bien, reaccionaba distendiéndose y contrayéndose en cada penetración. Cuando el glande atravesaba el cuello de mi ano, yo lo cerraba para aprisionarlo con fuerza obligándolo a empujar su sexo con mayor potencia; fue hasta que el padre de mi amiga eyaculó y lo hizo al interior de mi tripa como si fuera una enema de esperma, una enema de placer líquido que venía de depositar en el interior de mi útero.
    
    Después se retiró unos centímetros y, metiendo su boca entre mis nalgas, fue limpiando mi ano y mi vulva. Su lengua penetraba por momentos en mi vagina como pequeñas cachetadas de placer, otras veces mordisqueaba mi clítoris con dulzura y a cada vez era una descarga eléctrica que sentía mi cuerpo. Si él hubiera continuado unos minutos más, yo hubiera podido tener otro orgasmo. Pero se separó de mí, se subió su pantalón y me dijo "hasta mañana amor", ...
    ... exactamente como decía mi novio antes de dormirse y justo antes de salir de la cocina, él se dio vuelta y dijo: "Creo que es mejor no contar a nadie lo que viene de pasar ahora".
    
    Esa noche dormí con un sueño profundo y reposado, sintiendo al interior de mi cuerpo el líquido de su esperma que había quedado habitando el interior de mis tripas. Al día siguiente, me di un baño y me cambié y cuando fui al comedor toda la familia ya estaba preparando el desayuno. Yo debía continuar los trámites que debía hacer en Buenos Aires y después regresaría a mi ciudad provinciana para continuar mis vacaciones. Entonces me despedí de todos ellos con mucho cariño, y cuando el padre de mi amiga me dio un beso en la mejilla como lo había hecho siempre, me sentí tranquila y contenta, estaba en paz con mi cuerpo y con mi espíritu rebelde. Entonces salí a la calle buscando la parada del colectivo mientras tarareaba un tango que me gustaba de alma y me decía sonriente, que no debía olvidar tampoco de pasar por una farmacia a comprar las pastillitas azules por las dudas fuera también a visitar a mi abuelo. 
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