1. Para mi pengirl


    Fecha: 15/01/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Tita, Fuente: CuentoRelatos

    ... nivel muy superior. Lo que sí me dijo de él es que le confió varios de sus amoríos y él los escribió para que ella los tuviera más vívidos.
    
    Me obsesioné tanto en la búsqueda y en las inferencias y deducciones que tuve pesadillas con las que despertaba a media noche. La más rebuscada fue la de ligar a Orestes, otro sujeto de ambos foros, con ese amigo, al grado de pensar que las faltas de ortografía de los relatos de éste eran intencionales para que ella no lo reconociera. Le comenté a mi amigo Pepe todo lo que me pasaba, doctor en psicología y con formación filosófica y científica. Después de dos botellas de vino, cuando acabé de decirle lo que me ocurría, se rio a mandíbula batiente y me dijo: “Sólo por echarle más leña al fuego, pendejo, ¿no crees que Saúl ya te investigó y no solamente por Internet?” Me quedé helado y lívido. “Estás obsesionado por caliente, la señora esa no está fea y, a pesar de su edad, sí se antoja para más de un palo, pero te puedes encontrar mejores y mucho más jóvenes en la zona de tolerancia, o entre las maestras de la Universidad, donde también las hay cultas y están divorciadas.” A partir de ese día me sentí paranoico, creía que Saúl o sus esbirros me seguían a todas partes. Yo revisaba mis cuentas de correo y las máquinas que normalmente uso para ver si no había rastros de hackers. ¡La pasé muy mal! Pero otra vez Pepe me soltó unas cuantas palabras y me tranquilizó “¡Dile que ya quieres cogértela, que si ella no quiere, entonces la mandas a ...
    ... la chingada! Pinche vieja caliente sólo te pasa el calzón por las narices...” Traté de ser firme en mi siguiente correo y la cité en Ciudad Universitaria, en una zona alejada que ella había mencionado antes o en la estación del metrobús de Perisur. Sin más, contestó el mismo día que al día siguiente a las once y media de la mañana estaría en el metrobús.
    
    ¿Así de fácil, después de tanto tiempo de darme largas? ¡No me importa, yo me la cojo!
    
    Esa tarde llevé a lavar el auto. Al día siguiente me levanté temprano, me bañe, hice mi desayuno y partí al DF. A mi esposa le había dicho que iría al DF a una junta de profesores universitarios. “No te vayas sin desayunar, ya ves que esas reuniones son muy largas”, me advirtió. La autopista estaba relativamente vacía. En una florería de San Ángel, compré un pequeño y hermoso ramillete de jazmines y la esperé hasta que llegó. Apenas de verla, la besé en los labios y le entregué mi ofrenda, advirtiéndole que la hoja de papel externa era un soneto que hice para ella. Su cara reflejó una sorpresa agradable y trató de verla, pero se lo impedí.
    
    —Lo lees al rato, cuando estemos cómodos. ¿A dónde quieres que vayamos?, pregunté dirigiéndonos a donde tenía estacionado mi auto.
    
    —¿No lo has pensado?, dijo mirándome sorprendida.
    
    —Me refiero a que si deseas tomar algo antes, un café, una copa, desayunar, ¡qué sé yo!
    
    —No, quiero darte lo que me pediste, con los saludos de mi esposo... Me espetó sin más, dejándome inmóvil.
    
    —¿Qué, no ...
«12...567...»