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Historias de terceros: Los Villeros (1º Parte)
Fecha: 16/01/2019, Categorías: Gays Autor: MarioKerar, Fuente: SexoSinTabues
... recorría suavemente con la yema de un dedo lo cual como que me electrizaba, luego lo metió un poco haciéndome arder. Se dio cuenta de mi respingo y me lubricó más y ya no me molestaba tanto. De pronto me sacó de su pija, se terminó de sacar el short de sus tobillos y me dijo: - Es hora de estrenar ese culito. - ¿Cómo lo sabés? - Me nació preguntarle en mi idiotez. - Por lo mal que chupás la verga me parece que la mía es tu primera. Inconsciente de lo que se venía y seguramente llevado por la excitación me dejé hacer. Cuando me terminó de sacar el short, me giró y me hizo apoyar la panza sobre el cemento de la mesa que por mi baja altura me quedaba justito. Con golpecitos de sus pies me hizo separar las pierna quedando mi cola expuesta a su merced. - Yo no soy de chupar culos - Me dijo - mientras se agachaba y separándome las nalgas me escupía un par de veces el agujero. Eso me deliró aún más. La sensación de ser manipulado a su antojo y sentirme objeto de uso me excitaba sobremanera. Se acomodó y tras apoyar la cabeza de su pija en mi ano comenzó a presionar. Como parecía no entrar, en mi ansiedad aflojé mi esfínter y la cabeza me entró de golpe. El dolor fue tan brutal que pegué un grito e intenté zafarme. Era imposible porque estaba atrapado entre la mesa y su pija. El morocho me tapó la boca con una mano y sosteniéndome firmemente de la cadera con la otra me dijo con toda tranquilidad que me quedara quieto que lo más grueso ya había entrado. Estuvimos así, quietos, ...
... mientras él liberó mi boca para dedicarse con toda la parsimonia del mundo a poner más saliva a lo largo de su pija y en los alrededores de mi culo que alojaba su cabeza mientras mi esfínter se contraía como tratando de expulsarlo. Se inclinó apoyando su pecho en mi espalda y volviéndome a tapar la boca me dijo al oído: - Aguantala que ahora te la comés toda. Y con un único, largo y lento envión me la terminó de meter cuan larga era. Las piernas me temblaban y sólo podía bufar entre sus dedos. Me saltaban las lágrimas y podía sentir como me entraba cada centímetro de su tripa. Me daba la sensación de que me hacía encima y que me llegaba hasta el estómago. Me soltó la boca indicándome que no gritara y agarrándome de los hombros inició un lento vaivén a su gusto haciendo caso omiso de mis quejidos y pedidos de que me la sacara. Yo era un pelele en sus manos. El morocho se tomaba su tiempo, sacaba su verga hasta casi la cabeza y suavemente me la volvía a meter hasta hacer tope con sus pendejos. - Vos relajate y dejame hacer - Me dijo - Si te gusta la pija se te tiene que estirar el culito. Ya he desvirgado a unos cuantos y todos vuelven por más. No sé si me relajé, o fue por su delicadeza al cogerme, pero lo cierto es que el dolor fue disminuyendo. Aunque molestaba, el hecho de sentirme empalado y de estar a merced de un hombre me resultaba erotizante. Que por momento me agarrara de los pelos o que separara mis nalgas para ver cómo me entraba, me calentaba más todavía. En algún momento ...