1. Vanko y Elián, sexo salvaje


    Fecha: 13/08/2017, Categorías: Hetero Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos

    ... cosas habló de visitar a los padres y dijo algo así como "No seáis brutos, que bien supimos mamar de las ubres de nuestras madres hasta dejarlas secas..., No cuesta tanto ir a visitarlos, salir a pasear con ellos..., Como hagáis con vuestros padres, harán vuestros hijos con vosotros...". Mi madre tomó mi mano y la apretaba con lágrimas en los ojos. El cura siguió hablando y ahora se refería a los otros, al prójimo, a los necesitados, haciendo hincapié en que había que ayudarles.
    
    Al acabar la ceremonia mi madre quiso saludar al cura y me presentó como hijo modélico. Al cura le dio un sustantivo donativo "para lo que necesitara", y nos fuimos hacia la plaza de la Constitución.
    
    Mientras paseábamos le dije:
    
    — Suerte que no le dijiste que yo soy gay.
    
    — Eso a él no le importa, ¿acaso siendo gay haces daño a alguien?
    
    Todavía cerca de la iglesia se nos acerca un chico joven, sucio, olía muy mal, y en un mal castellano nos pidió limosna, porque no encontraba trabajo. Mientras mi madre escarbaba el bolso para darle unas monedas, yo le pregunté cómo se llamaba.
    
    — Havryil.
    
    — ¿De dónde eres?
    
    — Ukraína.
    
    Me explicó en un pésimo castellano que tenía 19 años, que salió de Ucrania a los 16 para trabajar, que lo soltaron en Alemania y hacía un año que pedía limosna por varios sitios de España. Le pedí a mi madre 20 euros, se los di y le dije que comiera y se tomará una cerveza comiendo y a las 6 de la tarde le esperaba en la casa de mis padres para hablar del ...
    ... trabajo. Mi madre le dio una tarjeta para que supiera la dirección.
    
    Cuando le contamos a mi padre, desconfió de que se presentará, “porque hay muchos que piden limosna por no trabajar” e insistía “igual pertenece a una de esas mafias orientales”. Tras la comida nos fuimos a pasear por la orilla del mar, porque hacía buen tiempo, pero como a mi madre se le hundían los tacones en la arena, regresamos de inmediato al paseo marítimo. Regresamos a casa en taxi, igual que habíamos ido. Ya me había olvidado del chico ucraniano, ni me acordaba del nombre, estaba preparándome para irme a mi casa. Sonó el timbre, contesté, era él, y le dije que esperara un momento que yo salía. Me despedí de mis viejos y al irme mi padre me dijo:
    
    — Ojo a quien metes en tu casa, llámanos que si no, yo te llamaré a las diez, que no tengo otro hijo...
    
    — Papá, sí los tienes...
    
    — Dime dónde e iré a recogerlos...
    
    Mejor callar que hacer sufrir. Ese día, al despedirme tras estas breves palabras, besé a mi padre, pues siempre le daba un medio abrazo. Él estaba con los ojos empapados de lágrimas. Ya en la puerta, mi madre me dijo que en casa solo se hablaba de mí como hijo, porque mi padre se ponía mal si se nombraba a mis hermanos. En el secreto de mis pensamientos me hice el propósito de visitar a mis cuatro hermanos, Adolfo, León, Daniela y Fernando, para hablar de la situación que se estaba creando; el problema es que todos no vivían en el mismo lugar.
    
    Me encontré al ucraniano sentado en el suelo ...
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