1. Vanko y Elián, sexo salvaje


    Fecha: 13/08/2017, Categorías: Hetero Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos

    ... esperando. Le pregunté de nuevo el nombre “Havryil”, yo no entendí nada y me dijo que el español era Gabriel. No le di importancia, en el mundo actual el nombre sirve primero para llamarnos y después para que el Estado, la policía, los bancos y otras entidades nos controlaran. Como decide ir hasta mi casa a pie para conversar y conocernos, caminamos como 50 minutos hablando. Entonces me contó con más detalles su vida. Ser gay en Ucrania es legal, casarse no, pero la sociedad es totalmente contraria. La gente de su pueblo lo había perseguido para darle un castigo del que podría resultar la muerte y tuvo que escapar, pasó por Alemania, Francia, Italia y España buscando trabajo. No tenía amigos ni pertenecía a ninguna asociación ilegal de mendigos, pero eso mismo le producía `problemas. Le aseguré que le iba a dar trabajo y, al menos esta noche, tendría cama para dormir en mi casa.
    
    Llegamos a casa, le mostré una habitación que estaba preparada para cualquier emergencia y le dije que antes de sentarse o tocar cualquier cosa debía lavarse bien.
    
    — Quítate toda la ropa y ponla ahí; de momento aquí tienes algo para vestirte, todo es nuevo.
    
    Le di camisa, un short, slip y sayonaras, todo sin estrenar. Me fui a la cocina, preparé una cena en base a fiambres. Cuando ya estaba todo preparado, me senté ante el televisor a esperar. Salió de la habitación vestido con todo lo que le había dado y me pareció otra persona. Me preguntó por la ropa suya y le dije que la había puesto para ...
    ... quemar porque la vi sucia, rota e inservible. El short nuevo que se había puesto era de lycra, pero inadecuado para él, pues, tan escuálido como estaba, le colgaba por todas partes. Le prometí que al día siguiente iríamos de compras.
    
    Luego conversábamos sobre las posibilidades de trabajo. Me iba fijando en el muchacho de seis años menos que yo, guapo, pelo rubio, que no lo había notado de sucio que estaba, ojos como zafiros, brillantes y relucientes, labios adelgazados, pero de aspecto grueso y muy rojos, nariz recta con tendencia a ancharse en las alas nasales. Quitada la dentadura que había sufrido algún desperdicio, el muchacho era hermoso a tope.
    
    — ¿Tienes dolor en la dentadura?, le pregunté.
    
    — Sí, aquí, me señaló por fuera el lugar de su dolor, y además necesitaba una limpieza.
    
    — Mañana iremos a comprar ropa, luego al médico, a más tarde a la casa de mis padres… ¿Tienes documentos personales?
    
    Todo lo llevaba en la mano, me lo mostró, su pasaporte era ininteligible para mí, pero auténtico y con eso me bastaba.
    
    — Vamos a la cocina.
    
    Me sigilo y le dije:
    
    — Siéntate aquí, esta es mi cocina, una mujer viene una vez por semana, viernes; cuando ella está aquí, tú no estás, te metes en tu cuarto, lo que haga, sea lo que sea, lo hace todo bien, pero de momento te manejas aquí; pórtate bien, te pagaré sueldo, tu trabajo de momento será cuidar de la casa y de mí, ya veremos luego…
    
    Me hubiese gustado ver el agua de la ducha, debió ser de todos los colores, ...
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