1. El legado de Minerva


    Fecha: 27/01/2019, Categorías: Masturbación Autor: CalmaSola, Fuente: CuentoRelatos

    ... intimidad y haciendo que no pudiese contraer las nalgas cuando fuese azotada, sin posibilidad de poder amortiguar el castigo.
    
    El primer golpe cayó. De forma intencionada fue fuerte y pesado. La esclava se encogió por el dolor e incluso a la propia Minerva le pareció sentirlo. Se movió incomoda en la silla, pensando que ella jamás soportaría algo así.
    
    Los siguientes cuatro o cinco azotes fueron iguales. Pero después el ritmo cambió y pasaron a ser más rápidos y ligeros.
    
    Estaba tan abstraída con la escena que no se fijó en su sonriente padre que contemplaba todo con evidente satisfacción, ni en los demás sumisos, que a pesar de sus cabezas gachas intentaban entrever lo que le hacían a su compañera...
    
    Al principio a Minerva aquello le pareció cruel y no le gustó. Pero poco a poco empezó a disfrutar de ello. Sobre todo, cuando vio cómo iban cogiendo color las nalgas de la mujer.
    
    Su conciencia se tranquilizó del todo cuando el criado detuvo por un momento la azotaina, metió una mano entre las piernas de la joven y la sacó empapada sus fluidos sexuales. Minerva sabía muy bien lo que significaban aquellos fluidos. ¡La joven estaba disfrutando con el castigo! Bueno, pues si la esclava gozaba de aquello, por qué no iba a hacerlo ella...
    
    Se relajó en su butacón y cuando el criado retomó los azotes, lo cuales esta vez se repartieron también por los muslos, se recreó en cada uno de los golpes y en los gemidos y sollozos de la mujer...
    
    El padre notó el cambio de su ...
    ... hija y su sonrisa se volvió aún más amplia al saber que no se había equivocado con ella.
    
    Cuando el trasero de la joven estuvo bien rojo, se ordenó el cese de la azotaina.
    
    Entonces el padre dio otra orden al criado.
    
    ―Quiero que sea penetrada. Pero no deseo que reciba placer por ello...
    
    Minerva se preguntó por un momento que querría decir aquello, pero enseguida recordó a su Justine en el monasterio y las practicas que gustaban a algunos de los monjes, entonces comprendió lo que le iban a hacer a la joven...
    
    El criado dejó la pala sobre la espalda de la esclava y cogió el objeto fálico. Lo pasó varias veces entre las piernas de ella como si quisiera recoger los flujos con él y entonces lo dirigió a su agujero estrellado entre las nalgas.
    
    Cuando la punta del objeto comenzó a entrar, Minerva vio como la espalda de la sumisa se encorvó, seguramente por la molestia, pero debía estar bien entrenada en aquella práctica y el falo pronto estuvo en su interior, tras lo cual el criado comenzó a moverlo, primero con suavidad para que el cuerpo se amoldara y luego con fuerza casi con furia.
    
    Tras unos minutos, su padre decidió que la exhibición había concluido y que la esclava podía ser desatada.
    
    El potro fue retirado y la fila de esclavos recuperó posiciones con la sumisa que había servido de ejemplo en su lugar correspondiente, pero la cara sonrosada y surcada de restos de lágrimas...
    
    ―Minerva, esto ha sido un ejemplo de lo que pasará a ser tuyo el día en que yo ...
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