CALL-BOY
Fecha: 29/01/2019,
Categorías:
Confesiones
Autor: pedrocascabel, Fuente: RelatosEróticos
... que quedamos. Recuerdo un polvazo que le eché en la Casa de Campo, iluminados por los faros de su coche y rodeados por al menos una docena de mirones que se la están meneando mientras esta morena ya madura, más bien bajita y con exceso de quilos (un culo y unos muslos grandes y duros impresionantes) está doblada por la cintura, completamente desnuda, las manos apoyadas en el capó y recibiendo mi follada fuerte, dura, rápida, con ganas de acabar por mi parte, lo que sucede unos cinco minutos más tarde. Le salpico la espalda y el culo con mi corrida y me aparto, de manera que varios de los mirones acercan sus pollas a M.J., que se ha sentado en el suelo, y recibe en la cara, en el pelo y en todo su cuerpo los lechazos de los tíos según se van corriendo. Hoy en día se llamaríabukake,pero entonces fue una pasada que le provoca una corrida fabulosa (según me dijo después totalmente emocionada) que está a punto de terminar mal por la llegada de la policía (metiendo mucho ruido para que nos marchemos los que allí estamos) y el tener que salir pitando conduciendo yo su coche y ella aún desnuda y totalmente pringada de semen. Se marchó a vivir al norte de España a donde su marido trasladó la empresa de paquetería urgente de la que vivían y muy de vez en cuando aún viene a verme, ya mucho más tranquila.
R. y R. son hermanas gemelas. Vienen a Madrid tres o cuatro días al mes para controlar una tienda que han abierto en pleno centro de delicatessen de productos (jamones, embutidos, ...
... quesos, vinos y frutas) de la zona en la que viven. Llevan ya varios años viniendo a verme y siempre me hacen trabajar con ganas; eso sí, cada poco tiempo me regalan un jamón cojonudo y unos melocotones maravillosos a los que mi amiga Consuelo se ha hecho adicta. Tienen cincuenta y cinco años, se puede decir que son idénticas, dificilísimas de distinguir, y conmigo quieren hacer lo que no se pueden permitir con sus maridos, tal y como me dicen cuando fijamos los términos económicos del acuerdo (así lo llamaron).
Delgadas, no muy altas, muy morenas, secas, enjutas, sin apenas pecho, sólo unos pezones gruesos, un culo pequeño muy bonito en forma de pera y, una de ellas, el vello púbico totalmente depilado (única manera de distinguirlas). Si a una le echo tres polvos, a la otra no puedo echarle ni uno menos; se corren el mismo número de veces. Me pidieron penetrar mi culo con un consolador y me lo pensé (preferí hacerlo antes varias veces con Consuelo, no se si para practicar primero o para que medesvirgara una mujer conocida y a la que tengo cariño), pero cuando dije sí, durante muchas visitas mi culo se convirtió en el protagonista de su excitación y en el objeto de deseo, por partida doble, primero una y luego la otra. Se jubilaron junto con sus maridos con sesenta años porque vendieron sus negocios a una empresa del norte de Europa que les pagó muy bien y se fueron a vivir a Canarias.
Alguna vez me han preguntado si el hecho de tener sexo de manera obligada con mujeres ...