CALL-BOY
Fecha: 29/01/2019,
Categorías:
Confesiones
Autor: pedrocascabel, Fuente: RelatosEróticos
... leyó el anuncio dechico de compañía que Consuelo puso por los tablones de anuncios de los bares de copas (pub se decía entonces) de las zonas de las calles Orense y Huertas, y que al principio me proporcionaron bastantes clientes. Por cierto, a los efectos de mi trabajo me llamo Georges, tal y como mebautizó Consuelo en aquellos anuncios.
La funcionaria L. es una mujer de cuarenta años, pelirroja, muy alta, delgada, de curvas pequeñas pero bonitas, con el cuerpo sin vello alguno, muy blanca de piel y multitud de pecas por todo el cuerpo. Siempre callada, nunca he sabido nada suyo desde un punto de vista personal. Me pide sexo oral durante muchos minutos y cuando le falta poco para correrse es cuando solicita que la penetre y le de rápidos y fuertes pollazos hasta que una serie de cortos gemidos da idea de su orgasmo. Para ella fue un descubrimiento la excitación de su ano con mi lengua. Es lo que de verdad la pone a tope y durante años (por las mañanas, a la hora del café en el Ministerio en donde trabaja) ha venido para recibir largas comidas de culo (beso negro lo llamaban), preludio del polvo posterior. No aguanta mi polla en su culo, aunque la penetro con facilidad y sin dolor alguno, pero la tengo que sacar porque le da mal rollo, a pesar de lo cual me pide a menudo que lo intentemos. Dejó de venir a verme cuando se jubiló.
M.I. es una mujer agradable, de pelo castaño, bajita, regordeta, tremendamente simpática, cuarentona, que queda conmigo en un bar del barrio ...
... (ella vive cerca) para ver si se atreve a estar conmigo, tal y como me contó después. Nos reímos con sus ocurrencias y me confiesa al llegar al piso que sí le gusto y está excitada desde que me ha visto. M. I. sobresale por unas tetas curiosas: grandes, aplastadas y circulares (parecen una tortilla de patatas) con unos tremendos pezones largos y gruesos, rugosos, de color rojizo, situados justo en el centro. Le gusta que los admire, que se lo diga y que los toque y bese muy suavemente, sin apretar. Nunca he visto nada igual y creo que tampoco he conocido otra mujer que no quiera follar, sino charlar un rato, besarse conmigo con mucha lengua, desnudarme e ir besando cada parte de mi cuerpo que va descubriendo y al llegar al rabo (que grande es; me gusta, es muy bonito), entretenerse en tocarlo, lamerlo y mamar el capullo durante mucho, mucho rato. Lo hace como si estuviera comiéndose un helado, lamiendo, con mucha saliva y de vez en cuando dándole un mordisquito, todo ello acompañado de comentarios sobre el tamaño de mi pollón (así lo llama). Llega un momento en el que me sienta en el borde de la cama y ella se arrodilla en el suelo para continuar mamando el capullo hasta que logra mi corrida. El semen no lo quiere y me lo extiende por el pecho, los muslos y la tripa. No quiere más; si se ha corrido no lo dice. Quedamos para la siguiente semana (vendré con mi marido, pero él sólo mira; es ya algo mayor pero a veces me da gusto).
Y con su marido viene, un hombre como veinte ...