Megan - la otra familia de papá 06 - Relatos Eróticos

Megan - la otra familia de papá 06

... pantalón para dejar que cayera al suelo, antes de que dirigiera a mi marido a la cama y lo empujara para que se acostara sobre ella, viendo con morbo y regocijo la manera como ese hombre observaba mi cuerpo, deteniéndose en mis tetas, tragando saliva como si no pudiera esperar a que llegara el momento de metérselas en la boca.

- Quítate la camiseta - le ordené, viendo cómo se deshacía de esa prenda mientras con sus pies se quitaba los tenis y se deshacía de sus pantalones y su ropa interior, antes de que mi mirada se detuviera en su hermosa verga, de que me mordiera el labio inferior al notar lo dura que la tenía, al ver cómo abría sus piernas un poco para que sus huevos también lucieran en esa maravillosa imagen que me tentó a arrodillarme en el suelo, a acariciar sus piernas y deslizarme lentamente, sintiendo cómo mis tetas rozaban su piel en el camino a que mi boca llegara a su miembro, a que cerrara los ojos y me dejara seducir por el aroma de sus genitales antes de besar su miembro con piquitos que esparcí por su tronco, en la punta de su glande, en sus huevos, hasta que la tentación de meterlo en mi boca me venció y lo engullí entero, haciéndolo despacio, permitiéndome disfrutar de ese momento, del sabor de mi hombre, de su olor a macho, de la forma como aquellos gemidos escaparon de su boca, de la manera como su cuerpo se tensaba una y otra vez en respuesta al placer que le estaba provocando, mientras yo disfrutaba de su sabor, de la sensación de sus fluidos ...

... preseminales al encontrarse con mi lengua, a la vez que con mi mano le acariciaba los huevos, deslizando mis uñas sobre su piel, con suavidad, volviéndolo loco al hacerlo, llevándolo al límite de lo que podía soportar sin hacer nada, provocándolo para que se pusiera de pie, me cargara de las axilas y luego me arrojara a la cama, en una actitud que no solía mostrar conmigo, que me tomó por sorpresa y con la que tal vez incluso logró asustarme, antes de que mi hombre hiciera a un lado esas vulgares bragas y hundiera su cara en mi entrepierna, de que lamiera mi concha inundada de fluidos y me metiera los dedos, tan solo durante esos segundos que precedieron al hermoso momento en el que por fin se decidió a meter su pene hasta el fondo de mi coño.

- ¡Ahhh! ¡Ahhh! ¡Felipe! ¡Mi amor! ¡Ahhh! ¡Qué rico me coges! - exclamé, sintiendo cómo se abría paso en mi cuerpo, cómo se deslizaba apretándose entre las paredes de mi vientre, acariciando mi vagina de esa forma tan deliciosa, con esa energía que me hacía conocer su deseo, que me hacía saber lo mucho que quería estar conmigo, la lujuria que era capaz de inspirar en mi hombre.

Mover las caderas fue el resultado del morboso y salvaje momento que estaba viviendo con mi marido, de la misma forma como lo fue el hacer que nuestros cuerpos chocaran mientras una de sus manos se apoderaba de uno de mis senos y veía su rostro sudoroso, dominado por aquella expresión de placer que me mostraba, con esa mirada perturbada que me dirigió antes de que ...