Mi sobrino es un salvaje
Fecha: 08/09/2025,
Categorías:
Incesto
Autor: Princesa cruel, Fuente: TodoRelatos
... enseguida, resignado, acomodándose en la cama.
Salí del cuarto, cruzando el living y la cocina a oscuras. Abrí la puerta del fondo. El patio estaba apenas iluminado, una luz tenue caía sobre la pileta. Y ahí lo vi.
Enzo.
Estaba en el agua, quieto, con esos ojos verdes brillando en la penumbra. Me miraba como un depredador midiendo a su presa. Y sí, ya lo había pescado varias veces lanzándome esas miradas cargadas de lujuria, como si mi cuerpo fuera un pecado al que quería hincarle el diente. Parecía especialmente obsesionado con mi trasero, como casi todos los hombres, pero en él había algo más intenso, casi animal.
Respiré hondo, tratando de no mostrar nada, pero me puse seria para que entendiera que notaba cómo me recorría las tetas con la mirada.
—No sabía que estabas acá —le dije, más nerviosa de lo que me hubiera gustado sentirme.
—Es que no podía dormir —me dijo, con esa voz grave y relajada, apoyado en el borde de la pileta—. Este cambio de mundo es un flash, ¿sabés? Me cuesta acostumbrarme a este barrio… bah, no sé. Igual dicen que a las cosas buenas uno siempre se acostumbra.
Yo lo miré de reojo, sin contestar.
—Pero si querés, me voy, te dejo tranqui —agregó, levantando las cejas.
—No, quedate —le dije, más por cortesía que por ganas.
Lo cierto es que sí quería estar sola. Sentía esos ojos verdes flotando sobre el agua, mirándome con un deseo descarado. Eso me inquietaba. Y me molestaba todavía más que Fabricio pareciera no notar ...
... nada… o peor, que lo notara y no le importara.
Me acerqué a la escalerita para meterme a la pileta. Ni bien empecé a bajar, Enzo giró un poco el cuerpo, como si me diera privacidad. Pero yo sabía que me estaba mirando el culo de reojo.
—Che, me acabo de dar cuenta de que no te había dado las gracias —me dijo de repente, mientras yo me sumergía—. Soy un boludo.
—No te preocupes —respondí.
—¿Hace mucho que salís con el tío Fabri?
—Casi cuatro años —contesté seca, incómoda. Estaba ahí en bikini, consciente de que para un chico como él eso era prácticamente un espectáculo erótico gratuito.
—Mirá vos… debe ser re loco, ¿no? Que yo caiga así, de la nada. Y que te aparezca un sobrino que ni conocés.
—Sí, supongo que sí. Igual me imagino que para vos también debe serlo.
—Sí, obvio. Este barrio no tiene nada que ver con el que yo vivía. Allá es otro mambo. Pero tranqui, apenas consiga un laburo me rajo.
—No creo que con lo que ganes apenas consigas trabajo te puedas ir tan rápido —le dije—. Lo mejor es que consigas un trabajo lo antes posible, así en un par de meses ya podés arreglarte solo.
—Guau… qué suerte tiene el tío Fabricio —largó de repente.
—¿Suerte? —pregunté, con las cejas levantadas.
—Y… vive en una casa enorme como esta, con pileta… y con una mina como vos.
Me quedé helada un segundo.
—¿Una mina como yo? —repetí.
—Sí… una mina inteligente, elegante, linda.
No esperaba que tan rápido me tirara onda, pero me hice la tonta. Podía ...