1. Desbordada: Confesiones de una sesentona indomable


    Fecha: 13/09/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Lucas 2304, Fuente: TodoRelatos

    Agosto
    
    El despertador suena a las siete en punto, pero llevo despierta desde las seis. No es insomnio, es expectación. Una emoción que creía archivada junto a mis viejos diarios de universidad y los cassettes de Mocedades.
    
    Me levanto con sigilo para no despertar a Quique, aunque un terremoto de magnitud 7 difícilmente competiría con sus ronquidos. El hecho de que pueda escucharlos a pesar de una puerta cerrada y diez centímetros de ladrillo dice todo lo que necesitas saber sobre la potencia de sus exhalaciones nocturnas.
    
    Inspira: un silbido agudo como una tetera.
    
    Exhala: un rugido que haría huir a un oso.
    
    Pausa dramática.
    
    Repetir.
    
    Desde que empezamos a dormir en habitaciones separadas (oficialmente por su apnea, extraoficialmente porque nuestro matrimonio se convirtió en una serie de hábitos compartidos), las mañanas son mi territorio.
    
    Escucho a este extraño con quien he compartido cuatro décadas. Este hombre que una vez me hizo temblar de deseo ahora solo me provoca el impulso de taparle la cara con una almohada. No para matarlo, claro. Solo para silenciarlo cinco benditos minutos.
    
    En el baño, me observo con ojo crítico. Sesenta y nueve años. Las arrugas cuentan historias que ya no recuerdo haber vivido. Me viene a la memoria aquella Pepa de veintitantos, la que leía a García Márquez bajo los naranjos del campus y soñaba con escribir algún día. La que creía que enseñar literatura cambiaría el mundo.
    
    —Bon dia, xiqueta! —le digo a mi reflejo, y ...
    ... por un momento, veo a la joven que se peinaba durante horas antes de una cita con Quique.
    
    El recuerdo me transporta a 1979. Quique y yo en la playa de Cullera, con la arena pegada a la piel salada. Él recitándome poemas de Miguel Hernández que se había aprendido solo para impresionarme.
    
    —¿Te imaginas así dentro de cuarenta años? —me había preguntado mientras dibujaba corazones en mi espalda con el dedo.
    
    —Contigo, seguro —respondí sin dudar.
    
    ¿Cómo iba a saber que esos corazones invisibles serían lo último verdaderamente romántico que escribiría en mi cuerpo?
    
    Si alguien me hubiera dicho entonces que aquellas caricias serían el último gesto de pasión genuina, habría negado tal posibilidad. Pero así es como funciona el tiempo: te roba lo que das por sentado mientras estás ocupada haciendo planes.
    
    Bajo el chorro de agua caliente, dejo que el recuerdo se disuelva. No necesito aferrarme a fantasmas. Lo que necesito es sentir nuevamente, experimentar el roce de unos dedos que no sean los míos, escuchar el susurro de mi nombre pronunciado con deseo, no con la familiaridad gastada de quien te pide que le pases la sal.
    
    El agua cae por mi espalda, siguiendo el camino que una vez recorrieron sus dedos. Mi cuerpo responde a la memoria, un cosquilleo que me recuerda que aún estoy viva, que bajo esta piel marcada por los años todavía habita una mujer con deseos que se niega a disculparse por quererlos satisfechos.
    
    Nelo, nuestro caniche, comienza a dar vueltas alrededor ...
«1234...33»