Desbordada: Confesiones de una sesentona indomable - Relatos Eróticos

Desbordada: Confesiones de una sesentona indomable

... las decisiones que tomamos.

Ximo asiente, como si entendiera perfectamente lo que quiero decir.

—Después de mi divorcio, me atormenté durante meses pensando en lo que podría haber hecho diferente —confiesa—. Hasta que entendí que ese pensamiento era estéril. Que lo importante no era el pasado que no podía cambiar, sino el futuro que aún podía construir.

Su reflexión resuena profundamente en mí porque captura exactamente lo que he estado sintiendo: que mirar atrás con remordimiento es una forma de desperdiciar el presente.

Hay un momento de silencio entre nosotros, no incómodo sino cargado de significado. Finalmente, Ximo toma mi mano sobre la mesa, un gesto simple pero íntimo.

—Te he echado de menos, Pepa —dice, su voz más grave de lo habitual—. No solo físicamente, sino... tu presencia, tu forma de ver el mundo, tus observaciones que siempre me hacen pensar.

Sus palabras me conmueven porque van más allá del deseo físico. No es solo mi cuerpo lo que valora, sino mi mente, mi perspectiva, mi ser completo.

—Yo también te he echado de menos —admito, y es liberador pronunciar estas palabras en voz alta.

—¿Cómo están las cosas con Quique? —pregunta, y aprecio su franqueza. No intenta evadir el tema central que flota entre nosotros.

Le cuento sobre ...

... los cambios que he notado en Quique, sobre sus esfuerzos por reconectar, sobre esta nueva dinámica que estamos estableciendo. Soy completamente honesta, porque siento que se lo debo tanto a él como a mí misma.

—Parece que tu ausencia lo despertó —observa Ximo sin amargura—. A veces necesitamos perder algo para valorarlo realmente.

—O la posibilidad de perderlo —matizo—. Aunque no estoy segura de si este cambio es permanente o solo una reacción temporal al miedo.

Ximo considera mis palabras por un momento.

—El motivo inicial importa menos que la consistencia en el tiempo —dice finalmente—. Cualquier cambio puede comenzar por miedo o necesidad, lo importante es si se mantiene cuando la crisis pasa.

Su perspectiva me sorprende por su madurez, por su falta de auto-interés. No intenta influir en mi decisión para su beneficio, sino ofrecerme una visión equilibrada que me ayude a clarificar mis propios pensamientos.

—¿Y nosotros? —pregunto, yendo directamente al núcleo del asunto—. ¿Qué somos, Ximo? ¿Qué podríamos ser?

Su respuesta no es inmediata. Se toma un momento para considerar la pregunta, para formular una respuesta que sea honesta y completa.

—Creo que somos dos personas que se encontraron en un momento de transición en sus vidas—, dice finalmente.