Desbordada: Confesiones de una sesentona indomable
Fecha: 13/09/2025,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Lucas 2304, Fuente: TodoRelatos
... deja caer los días sin propósito ni dirección.
«Es curioso», pienso, «cómo se puede estar tan cerca y tan lejos de alguien».
De pronto, la puerta del portal se abre y aparece Joaquín, Ximo. Él representa todo lo que Quique ya no es: vitalidad, propósito, presencia. Su camisa perfectamente planchada contrasta con la camiseta deformada de mi marido, como si el universo quisiera subrayar la diferencia.
—Bon dia, Pepa! —me saluda con esa sonrisa que ilumina su rostro entero—. Veo que has madrugado.
El polo de limón comienza a derretirse, y una gota resbala por mi mano. La limpio con la lengua justo cuando nuestras miradas se cruzan. Algo en su expresión cambia sutilmente.
—¿Qué tal van las clases de pilates? —pregunta, apoyándose contra el marco de la puerta con esa confianza natural que siempre me ha fascinado.
—¿Cómo sabes que...?
—Te vi salir del gimnasio el otro día. Parecías... radiante.
La palabra queda suspendida entre nosotros, cargada de significados posibles.
—Intento mantenerme activa —respondo, sorprendida por el cumplido—. A nuestra edad, o te mueves o te oxidas.
—¿Tu edad? —Ximo suelta una risa genuina—. Conozco mujeres de treinta que ya están oxidadas por dentro. La edad es un número, Pepa. La vitalidad es otra cosa.
Se abraza a la pantorrilla de Ximo con un entusiasmo alarmante y comienza a hacer movimientos rítmicos y muy explícitos. El pobre animal jadea con los ojos entornados, completamente concentrado en su ...
... tarea.
—¡Nelo! ¡Compórtate! —exclamo, mortificada, tirando de la correa—. Perdona, Ximo, no sé qué le ha dado.
Ximo se ríe mientras se libera suavemente del agarre canino.
—No te preocupes. Parece que alguien en esta familia tiene muy claro lo que quiere —responde con una sonrisa pícara—. Aunque, sinceramente, preferiría que no fuera el perro quien mostrara ese... interés.
Conversamos brevemente en el portal mientras nos recuperamos del incidente canino.
—Volviendo al tema del gimnasio… Estás en muy buena forma, Pepa —comenta, sacudiéndose los restos de pelo de perro del pantalón—. No como otros vecinos que parecen haberse fusionado con el sofá.
Su observación me provoca una mezcla de orgullo y pudor.
—Camino una hora todos los días —confieso—. Y voy a clases de pilates tres veces por semana.
—Estuve a punto de apuntarme al mismo gimnasio que tú, pero al final me decidí por el Urban Gym, cerca del mercado. Tienen mejor zona de pesas.
Me río suavemente.
—Claro, tú necesitas algo más intenso que mis estiramientos.
—No te infravalores —responde con una sonrisa que ilumina toda su cara—. El pilates es brutal para el core. Mi fisio siempre me lo recomienda para mi espalda desde... —Se detiene, como si hubiera estado a punto de revelar algo demasiado personal.
—¿Desde...? —pregunto, genuinamente interesada.
Ximo duda un momento antes de continuar:
—Desde el accidente. Hace tres años. Un cliente dejó caer un reloj de péndulo que estaba restaurando y, al ...