¡La Concha de mi Hermana! [09]
Fecha: 17/09/2025,
Categorías:
Incesto
Autor: Nokomi, Fuente: TodoRelatos
... “gracias por participar”
Silvia se recostó levemente en la silla.
—Pero a esta edad, ya no tengo tiempo para rodeos. Me gusta el chico. El serio —presionó mi verga, para enfatizarlo—. El que se toma todo esto como si estuviera defendiendo una tesis doctoral sobre fotocopias.
Yo abrí la boca. No salieron palabras. Solo aire.
—Si podemos tener un rato a solas en esta oficina —siguió ella, con absoluta tranquilidad—. Sin que nadie le cuente a mi marido, claro… me voy encantada. Y lo del informe queda como un simple malentendido.
Katia y Stella se giraron hacia mí al mismo tiempo.
Dos miradas. Una pregunta muda. Un destino.
Yo, Abel, el aburrido, el estructurado, el paladín de la contención presupuestaria, iba a tener que entrar al ruedo.
Y lo peor es que no sabía si necesitaba un plan… o una bendición
—¿Y vos qué sentiste cuando dijo que quería estar a solas con vos? —preguntó Katia de repente, sin mirarme.
La tele seguía encendida. Pasteles que colapsaban, gente llorando con batidores en la mano. Yo no respondí al instante. Había aprendido que algunas preguntas no se respondían en caliente, ni en frío. Solo en tibio, como los silencios que arrastramos hasta que no queda otra que abrirlos.
—No sé si “sentí” algo —murmuré al final—. Fue más como si el tiempo se comprimiera. Tipo… cuando estás por chocar con algo y tu cuerpo reacciona antes que vos. Solo que en lugar de esquivar, me quedé ahí. Viendo venir el impacto en cámara lenta.
Katia ...
... asintió, sin ironía.
—Stella dijo que alguien tenía que sacrificarse por el bien del equipo —dijo, bajando la voz para imitarla—. Y yo pensé “Obvio que le va a tocar a Abel. Si hay que sufrir, lo eligen a él”.
—Gracias —resoplé, con una mueca.
—No lo dije en chiste. Sos el más... profesional. El que no va a romper nada. Ni llorar. Ni escaparse por la ventana.
—Tampoco me ofrecí.
—No. Pero te quedaste.
Eso último lo dijo sin risa. Como quien reconoce una herida, pero también una lealtad.
No dije nada. No porque no tuviera palabras, sino porque si abría la boca, podían salir las equivocadas. O todas juntas.
Katia suspiró y se estiró en el sillón. Su pie tocó el mío apenas, por error, o no tanto. Pero no lo quitó.
—Igual, fuiste un héroe —dijo, esta vez sí sonriendo.
—Un mártir —corregí.
—Callate, boludo… si Silvia Daneri está re buena. Hasta se podría decir que te hizo un favor.
Sonreí, mirando la tele como si el premio mayor de la competencia se lo hubieran dado al participante que se olvidó de ponerle azúcar al postre.
Una victoria inmerecida. Una medalla sin carrera.
Pero igual brillaba.
* * *
—Muy bien —dijo Silvia Daneri, ajustando el cuello de su camisa como quien se dispone a leer poesía erótica en una biblioteca pública—. Podemos empezar cuando quieran.
Yo la miré. Luego miré a Stella. Y luego a Katia, que parecía no entender si debía retirarse o quedarse a ver el incendio.
—¿Katia? —le dije, en voz baja—. ¿Podés…?
—No ...