1. ¡La Concha de mi Hermana! [09]


    Fecha: 17/09/2025, Categorías: Incesto Autor: Nokomi, Fuente: TodoRelatos

    ... se giró hacia ella.
    
    —Katia… vos la vas a distraer. Pero de otra forma. Seducila. Coqueteale. Hacé lo tuyo.
    
    —¿Mi “yo”? ¿Qué “yo”? —preguntó Katia, confundida.
    
    —Tu “yo Katia”. Ese que camina en ropa interior por mi oficina como si fuera su living.
    
    —Eso no fue seducción. Eso fue calor.
    
    —Bueno, esta vez vas a tener que fingir que es las dos cosas. ¿Podés?
    
    Katia parpadeó.
    
    —¿Tiene que ser sutil?
    
    —Idealmente sí.
    
    —¿Y si me pongo nerviosa?
    
    —Sonreí. Mostrá hombros. No te pongas en bolas… todavía.
    
    Yo me llevé una mano a la cara. Esto ya no era una reunión de seguimiento. Era una emboscada con escote.
    
    —Vamos —dijo Stella, palmoteando—. La auditora nos espera. Y si esto sale bien, nadie va a tener que quedarse el fin de semana redactando correcciones.
    
    * * *
    
    Me reí. No fue una carcajada, más bien un resoplido involuntario, el tipo de risa que se te escapa cuando recordás un chiste interno que nadie más captó.
    
    —¿De qué te reís? —preguntó Katia sin apartar la vista de la taza de té que sostenía como si adentro hubiera respuestas.
    
    —“De forma sutil” —dije, imitando la voz de Stella con una mezcla de afectación y fastidio.
    
    Katia entrecerró los ojos.
    
    —¿Algún problema con eso?
    
    —Solo a Stella se le ocurre pedirte sutileza. Claro, ella tampoco tiene idea de lo que significa.
    
    Katia se irguió, ofendida en broma.
    
    —Yo puedo ser sutil —dijo, mientras sus labios vaginales asomaban con descaro por debajo de su remera.
    
    —Sutil como ...
    ... Terminator cuando dice “I’ll be back” —respondí, con una mala imitación de Schwarzenegger.
    
    —No sé… soy sutil todo el tiempo. Tengo una sutileza introspectiva —dijo, alzando el mentón como si acabara de citar a Nietzsche.
    
    —Katia —dije, despacio—. Hoy, sin ir más lejos, te sacaste la camisa delante de una auditora. En plena reunión. Con Stella ahí. Tus tetas pasaron a ser el espectáculo principal.
    
    —Era eso o pincharme una teta con el alfiler —replicó, como si se tratara de la decisión más lógica del mundo.
    
    —¿Y el día de la visita del Ministro de Transporte? Vos llevabas ese vestido negro…
    
    —¡Ese vestido era formal!
    
    —Claro —asentí—. Hasta que se te quedó enganchado con la ruedita del dispenser y se te vio la bombacha mientras intentabas sacar un vaso de agua. Al tipo casi se le salen los ojos.
    
    Katia se sonrojó, pero también se rió.
    
    —¡No fue mi culpa!
    
    —Lo gracioso no fue que se te viera. Fue que dijeras “¡ay, justo esta, que no combina con el corpiño!” delante de todos.
    
    —Estaba nerviosa.
    
    —Y sutil —rematé.
    
    Ella se acomodó en el sillón, todavía con una sonrisa. Su concha seguía siendo un espectáculo pornográfico.
    
    —¿Y si me sale bien? —preguntó de pronto.
    
    —¿Qué cosa?
    
    —La seducción. De forma sutil, digo.
    
    —¿Tan bien como te salió con Silvia Daneri?
    
    —Quiero la revancha —dijo Katia.
    
    Me giré para mirarla.
    
    —¿Con quién? ¿Cuándo?
    
    —No sé —respondió, dejando la taza en la mesa—. Ya aparecerá algún candidato. O candidata.
    
    —Ah —dije, como si ...
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