1. ¡La Concha de mi Hermana! [09]


    Fecha: 17/09/2025, Categorías: Incesto Autor: Nokomi, Fuente: TodoRelatos

    ... no me importara. Como si no me hubiera quedado una vibración rara en el estómago.
    
    Ella no me miró. Siguió como si hubiera dicho algo sobre el clima. Pero yo vi ese leve cambio en la comisura de sus labios. Ese gesto diminuto que, en ella, era el equivalente a un redoble de tambores.
    
    Me recosté un poco más en el sillón. Disimulando. Katia seduciendo a alguien de forma sutil. ¡Ja! Eso me gustaría verlo.
    
    * * *
    
    Caminamos hacia la sala como un grupo comando mal entrenado. Yo con mi carpeta. Katia con su sonrisa temblorosa. Y Stella… Stella con el mismo aplomo que una directora de casting que ya sabe cómo va a terminar la escena.
    
    Entramos a la sala de reuniones como si estuviéramos entrando a un quirófano sin anestesia. Silvia Daneri ya nos esperaba, sentada con la espalda recta, el portafolio cerrado frente a ella como una trampa de oso. Su rodete seguía intacto. Su mirada, también. Ni un músculo fuera de lugar. Ni uno.
    
    Stella ocupó su lugar en la cabecera, con una sonrisa forzada que le quedaba más apretada que la falda de Katia. La tensión se le notaba en los dedos: los entrelazaba, los separaba, los volvía a unir, como si eso pudiera evitar la explosión que venía en camino.
    
    —Bueno, Silvia —dijo con una voz casi chillona—. Acá estamos, listas para revisar lo que necesites. Abel preparó algunos informes muy completos, ¿verdad, Abel?
    
    —Ajá —dije, abriendo mi carpeta con la parsimonia de un noticiero a las tres de la mañana—. Como te decía más temprano, la ...
    ... estrategia de reordenamiento de partidas tuvo un impacto directo en la reducción del desfasaje operativo intermensual. Si vemos el cuadro uno punto tres…
    
    Y ahí empecé.
    
    Mi voz. Mi superpoder.
    
    Monótona. Lineal. Meticulosamente aburrida. Con el tono justo para adormecer a la bestia. Mientras hablaba de curvas descendentes y fondos de inversión, sabía que nadie estaba escuchando. Lo veía en la mirada de la auditora, que no estaba en mis gráficos… sino en Katia.
    
    Porque Katia… bueno. Katia había entendido “coquetear” como un concepto performático. Al principio, se sentó con una pierna cruzada muy arriba. Demasiado arriba. Después dejó caer “accidentalmente” el bolígrafo. Se agachó a buscarlo con la espalda arqueada como si estuviera haciendo yoga sensual para principiantes.
    
    Yo hablaba de márgenes de error. Ella mostraba escote como quien muestra cartas en un strip póker involuntario.
    
    —Como pueden ver, la curva de comportamiento trimestral se estabiliza en el eje de ingresos proyectados —seguí, con el alma disociada—. Y si tomamos la comparación interanual...
    
    Stella se aclaró la garganta. Dos veces. Sudaba por la nariz. Literalmente. Movía los labios como si estuviera haciendo playback de una versión editada de sí misma.
    
    Katia, mientras tanto, había abierto un botón extra de su blusa, y ahora se inclinaba sobre la mesa para alcanzar un papel que no necesitaba. El corpiño negro asomaba sin remordimientos. Y yo… bueno. Yo leía.
    
    —Además, si analizamos los ...
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