1. Pausa matrimonial = despertar sexual


    Fecha: 19/09/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Diosa Nix, Fuente: TodoRelatos

    ... primer matrimonio en crisis. Manolo y yo nos vamos a divorciar —dije con serenidad.
    
    —¡Si ya lo supongo, mujer! La chiquita esa no te llega ni a la suela del zapato. Muy joven y con las tetas en la boca, pero es una cabaretera vistiendo.
    
    —¿A qué… te refieres? ¿Manolo está en Madrid?
    
    —¡Pues claro! ¿No lo sabes? Le ha dado un infarto, está ingresado en la Jiménez Díaz. Se trajo a la… bueno a la negrita mexicana. Al principio nos dijo que era su asistente, pero mi marido sabía que ya llevaba con ella un par de años, por eso iba tanto a México. ¡Son todos iguales, ven unas bragas y allí van a meterla! ¿Tú cómo estás?
    
    —Relajada y estupenda de salud. Me va muy bien aquí.
    
    —Te quedarás con el chalé, ¿no? Haces bien, sácale lo que puedas.
    
    La traición de mi marido no me resultó dolorosa. Haberme follado a otro me había renovado incluso antes de descubrirla. Mi trabajo me daba para mis gastos, conservaba ahorros de la asignación mensual que me pasaba Manolo hasta que lo abandoné. Una joven seguidora de mis recetas iba a abrir un café-pastelería en Rota y me había propuesto ser su socia. Reuní a Roberto, Noah y Gaspar en mi casa para exponerles mi nuevo plan de vida. Los tres me apoyaron, brindándose a financiarme si lo necesitaba.
    
    En septiembre, llamé al abogado de Manolo y compré un vuelo Jerez-Madrid, con la idea de regresar en el mismo día. Justo antes de embarcar, vi una llamada perdida de Barcelona. No tenía contactos allí, así que la rechacé. Una vez en el ...
    ... elitista sanatorio privado para ricos en la Ciudad Universitaria, me dirigí al mostrador de enfermería.
    
    —Buenos días, sé que estoy fuera del horario de visitas, pero necesito hablar con Manuel Montero de forma urgente.
    
    —¿Es usted familiar?
    
    —Soy su esposa.
    
    —313, pero es algo excepcional. Diez minutos máximo.
    
    —Gracias.
    
    Empujé la puerta suavemente para descubrir a Manolo pálido, delgado, encamado y monitorizado. Una muchacha de caderas anchas y rizada coleta tan negra como su piel miraba por la ventana. Se sobresaltó tanto al verme que despertó a Manolo.
    
    —Seré muy breve —dije con firmeza, sin sonreír.
    
    La muchacha se acercó a Manolo para darle un beso en la frente.
    
    —Estaré fuera. Ahorita vuelvo, amor.
    
    Salió de la habitación enfundada en unas mallas negras que le hacían un visible dedo de camello y marcaban cada centímetro de su descomunal trasero. Manolo suspiró.
    
    —Fue hace… seis días. Acabo de llegar. Iba a llamarte para que nos viéramos y…
    
    —He venido a pedirte el divorcio. Lamento lo que te ha pasado, deseo que te recuperes. No puedo estar alegre en este momento. Tampoco quiero respuestas porque nuestro matrimonio llevaba roto mucho tiempo.
    
    —¿Vas a quitarme la casa de Rota? ¿Es eso?
    
    —Legalmente ya es mía. No aspiro a despellejarte. Quiero hacerlo fácil y rápido.
    
    —El médico me ha dicho que baje el ritmo. Había pensado en instalarme allí a partir de ahora.
    
    —Pues tendrás que cambiar de planes. En Rota tengo mi vida y me va bien.
    
    —¿Ah ...
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