1. Pausa matrimonial = despertar sexual


    Fecha: 19/09/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Diosa Nix, Fuente: TodoRelatos

    ... susodicho en bermudas y camiseta gris. Su atuendo es de lo más anodino y sin embargo me parece guapísimo. Hay algo que trasciende la vestimenta e irradia de él.
    
    —¡Hola! Venía a… ya veo como está ese tobillo. —Observa mis piernas y mi vestido corto de andar por casa.
    
    Lo hago pasar, pero antes de que pueda oponerme, ya estoy sentada en el sofá esperando que él termine lo que iba a hacer yo. Sonríe con picardía mientras saca del bolsillo el mismo tubo de crema que ha utilizado por la mañana. Al colocar la pierna recta, Roberto ve la tela insinuada de mis bragas al final de mis piernas. Su masaje me resulta delicioso. Por primera vez, noto humedad brotando del coño. Se me escapan unos cuantos gemidos de placer de los que me asusto en cuanto soy consciente.
    
    —No hagas esfuerzo físico, mantén la pierna en alto. —Sonrió—. Volveré mañana.
    
    —Gracias, no es necesario. Tengo a Gaspar y Noah de mayordomos.
    
    —Como corresponde a una gran señora. —Ríe como un crío.
    
    Los días siguientes pasaron raudos pese a las molestias. Mi canal subía como la espuma y empecé a dedicarle horas. Roberto me visitaba cada tarde, lo cual facilitaba nuestras conversaciones sin entrar en intimidades. Así descubrí que la falta de acento gaditano se debía a haberse criado en Madrid. Además de masajes, sus sesiones de fisioterapia reducían la hinchazón y mejoraban la movilidad. Cuando al fin estuve recuperada me acerqué a darle las gracias.
    
    El bloque de apartamentos era blanco y minimalista. Me ...
    ... abrió la puerta en camiseta y bermudas. Un hilo de fuego me subió por el pecho.
    
    —¿Cómo supiste que vivía en el 5ºB?
    
    —Tengo al presidente de la comunidad comiendo de mi mano. Servicio a domicilio. —Le tiendo un táper.
    
    —Pasa, por favor. ¿Y esto?
    
    —Tarta de plátano, pasas y piñones sin harina refinada. La he hecho yo. Espero que no seas alérgico.
    
    —Ummmm… qué olor… gracias. Me la voy a zampar en una sentada. —Observa con ojos golosos las seis porciones ya cortadas.
    
    —Considéralo pago de honorarios en especie. —Sonrío.
    
    El apartamento está impoluto. Decoración marinera, salón integrado con la cocina, encimeras de madera, un sofá de rinconera, terraza con dos sillones de rafia. Fotos antiguas de Cádiz en las paredes. Hablamos un rato sobre mi tobillo y sobre cocina, que le apasiona. Le sorprende descubrir mi profesión, aunque no el bombazo en que se ha convertido mi canal. Me enseña el piso y las vistas. En agradable conversación regresamos al punto de partida.
    
    —¡No te he ofrecido nada! Tengo té natural en la nevera.
    
    —Ya me marcho. Has hecho mucho más de lo que un hombre haría por mí. Se agradece sentir que le importo a alguien —digo sin pensar.
    
    Roberto se acerca de modo que puedo sentir su olor. Sus pupilas resbalan por el escote en uve de mi camiseta y vuelven a las mías. Es un poco más alto que yo, calculo sobre 1,88, pero mucho más corpulento. Siento que estoy a punto de caer por un precipicio.
    
    —No solo me importas. También me gustas. —Rodea mi ...
«12...456...20»