1. Pausa matrimonial = despertar sexual


    Fecha: 19/09/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Diosa Nix, Fuente: TodoRelatos

    ... cintura de modo sorpresivo y sin poder reaccionar siento sus labios en los míos. Me atraen como imanes.
    
    Devuelvo el beso por inercia. Otro… otro… no hay tiempo ni espacio. Sus manos rozan mi culo sobre los ceñidos vaqueros que llevo. Un fogonazo me hace regresar a la realidad.
    
    —¡Pero qué haces! —Lo aparto de mí con crispación—. ¿Acaso te preocupaba mi tobillo para ver si caía un polvo?
    
    —¡Por supuesto que no!
    
    —Eres guapo a rabiar, no necesitas hacerte el samaritano para ligar. Quédate el táper.
    
    Agarro la manija de la puerta pero él se me adelanta, manteniéndola cerrada con su brazo por encima de mi cabeza. Sus pupilas me atraviesan de un modo tan dulce que me revuelven el cuerpo entero.
    
    —No soy de esa clase. Mi madre me educó bien. ¿Por qué devuelves besos que no quieres?
    
    —Ro… Roberto yo… estoy… estoy casada.
    
    Él bajó el brazo a cámara lenta. Su mirada cambió tanto que me aguijoneó como una lanza hundida en el estómago. Salí a paso rápido sin mirar atrás.
    
    Dejé de ir a yoga y mantuve mis rutinas, dedicando tiempo a mi canal. Algunas marcas de utensilios de cocina comenzaron a ofrecerme colaboraciones pagadas. Veo que puedo vivir de mi trabajo y busco una asesoría laboral en Rota para que me oriente. A la vuelta, leo un mensaje de Manolo:«Estoy en México por asuntos profesionales, no sé cuánto me quedaré». Evité responder. Lo único que bullía en mi interior era mi espantada a Roberto. En algún rincón de mi educación católica, me torturaba traicionar a ...
    ... un marido que llevaba años alejado de mí.
    
    Dos semanas después, llamaron a mi puerta. Acababa de salir de la ducha, así que abrí con el pelo mojado envuelta en una toalla, creyendo que Gaspar habría olvidado sus llaves o su móvil en mi recibidor.
    
    —Coño, Gaspar eres un despis… —Me quedé de piedra.
    
    —Ve… vengo a… devolverte el táper —dijo Roberto observándome como si fuera una escultura viviente—. Puedo… puedo… dejarlo aquí —se agachó a mis pies.
    
    —¡Eso es propio de chuchos! Pasa y siéntate voy a… vestirme.
    
    Tardé cinco minutos en decidir qué ponerme. Me vi en el espejo del vestidor desnuda, con el coñito recién depilado y deseé salir en pelotas para que me echara el polvo que tanto necesitaba. Me atusé el pelo con gomina y elegí un vestido blanco sencillo. Inspiré para eliminar aquellos pensamientos extraños de mi cabeza. Al salir, Roberto estaba de pie en medio del salón, justo donde tantas tardes me había tratado y aliviado.
    
    —No te lo he dicho nunca, pero me fascina la decoración de tu casa. La tienes preciosa.
    
    —Gracias. Tu apartamento también es muy acogedor. Roberto… yo… te debo una explicación.
    
    —No me debes nada. Me costó mucho lanzarme, fue un error por mi parte. Quiero disculparme y pedirte que seamos amigos. Puedes usarme como probador de tartas. —Sonrió—. Por supuesto, te pagaré las que te encargue.
    
    Su voz grave sonaba sincera. Me pareció tierno y auténtico a la vez. Mientras pensaba qué responder, ya estaba otra vez en la puerta, dispuesto a ...
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