1. Pausa matrimonial = despertar sexual


    Fecha: 19/09/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Diosa Nix, Fuente: TodoRelatos

    ... irse. Lo intercepté como pude. Nos miramos.
    
    —Me ha encantado hacerte una tarta; te haré más tartas gratis si quieres —dije con voz de colegiala y me sentí una estúpida.
    
    —¿Sabes que eres condenadamente alta? Nunca una tía me llega al hombro en chanclas. Me encanta llevarte del brazo. ¿Podrías lesionarte más tobillos?
    
    Me reí de una forma escandalosa y él lo hizo también. Desapareció la tensión como por encantamiento. De algún modo, volvíamos a estar en el punto anterior a nuestro primer beso. ¡Dios, cómo deseaba repetirlo en aquel momento!
    
    —Estoy casada legalmente. Hace varios años que soy una extraña para mi marido. Vine aquí a modo de pausa matrimonial. Me gustaría que hablásemos. ¿Te va bien comer conmigo mañana?
    
    —Cla… claro. Es sábado y no trabajo. —Sonrió de nuevo y yo sentía el chocho caliente como la arena de la playa a las tres de la tarde—. Te recogeré a la una. ¿Plan formal o informal?
    
    —Chiringuito, pescaíto frito y tarde relajada.
    
    —Hecho. Reservo yo.
    
    Apareció puntual… ¡en moto! Una Kawasaki negra, con casco extra para mí. Elegí un vestido playero largo, anudado al cuello y sombrero de paja que guardé en el portabultos. Hacer el viaje abrazada a esos abdominales de acero me puso cachonda. ¡Joder hacía años que no sentía eso! Gastar las pilas del succionador de clítoris no era comparable. Llegamos a Punta Candor, una playa mucho más salvaje que La Ballena. El local estaba hasta arriba pero nos dieron una mesita íntima. Dos cervezas frías y las ...
    ... especialidades de la casa nos hicieron disfrutar como niños. Nos saltamos el postre para abrirnos en canal.
    
    Yo le conté mi vida; él la suya. Supe que nunca había conocido a su padre, un militar estadounidense de la base aeronaval de Rota. Para no ser señalada, su madre marchó a Madrid a trabajar como cocinera seglar en el Convento de Santa María Magdalena, en lo que hoy es la zona de Chueca. Allí dio a luz junto a otras«recogidas» como se denominaba por entonces a las prostitutas o a cualquier madre soltera. Con el tiempo, ahorró para alquilar un piso modesto de Moratalaz hasta que su madre aprobó una oposición como cocinera. Le pagó una universidad privada, la única que ofrecía el doble grado. Pasados unos años, pidió el traslado a Cádiz capital, donde era jefa de cocina en un comedor escolar en La Viña, el barrio de pescadores humildes al que ningún funcionario quería ir. Entiendo entonces los valores, la mentalidad abierta de quien se ha criado sin lujos rodeado de parias, el gusto por la cocina, los genes atípicos, heredados de un extranjero que no sabe que tiene un hijo en una esquina de la Península.
    
    —Convencí a mi madre para comprar el ático como inversión. Casilda Atienza es una mujer dura de roer. —Soltó una carcajada—. Ahora está contenta. ¡La vivienda me ha traído un trabajo, aunque el sueldo sea poquita cosa! No se puede pedir más.
    
    —Bueno… quizás una novia… —Bebo el último sorbo de cerveza.
    
    —¿Quieres saber si estoy con alguien?
    
    —No… no he dicho eso… ...
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