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Mamá, ¿por qué estás desnuda? (6)
Fecha: 24/09/2025, Categorías: Incesto Autor: PerseoRelatos, Fuente: TodoRelatos
... imbécil. —Sí, bastante simpático la verdad. — dijo con la sonrisa de quién ha sido cachado haciendo una travesura. —Pero mamá, si apenas es unos años mayor que yo. —¡Ya sé! — soltó al fin, con una larga carcajada. — Es una locura, la verdad me sorprendió mucho. No es nada importante, sólo quería sorprenderte. La miré atónico, y luego comencé a reír. El resto de la tarde pasó entre historias de la app, anécdotas sobre tipos raros, y uno que otro comentario sobre mi vida social (inexistente, por cierto). Como sea, al otro día, poco más de lo mismo: mamá con un atuendo impúdico, y yo partiendo a la facultad. Igual estudiar derecho no es lo más emocionante del mundo, ni yo mismo me veía ejerciendo en algún momento. Pero quién sabe. Tampoco me veía recibiendo una mamada de boca de mamá y he aquí que pasó hace un par de días. Salí de la última clase con la cabeza aturdida y, por primera vez en semanas, sentí ganas reales de regresar a casa. Al abrir la puerta, la encontré sentada en el comedor, absorta en la pantalla del celular. Tenía una rodilla flexionada sobre la silla, y la blusa se le subía apenas, apenas lo suficiente para que la línea de la cintura y un par de centímetros de piel quedaran expuestos. Me acerqué simulando normalidad y dejé mi mochila en la mesa. —¿Todo bien? —pregunté, quitándome los zapatos. —Sí, sí, todo bien —respondió, pero noté que apagó la pantalla con ese gesto torpe de quien tiene algo que ocultar. —¿Sigues ...
... hablando con el chavo ese… qué, veinticinco años? —lo lancé lo más casual posible, pero tenía curiosidad genuina. Ella hizo una mueca y dejó el teléfono boca abajo. —Ja, sí. Bueno. No sé si seguiré, la verdad. Es muy intenso. Yo asentí, fingiendo que no me importaba, pero me intrigó más. —¿Cómo se llama? —pregunté, y me serví un vaso de agua para disimular el temblor de manos. —Mauricio. —Lo dijo bajito, como si temiera que nombrarlo invocara una maldición. O una erección. Tal vez ambas. La miré, esperando más. Mamá se mordió el labio, incómoda. —¿Qué tiene de intenso? —pregunté, y la vi buscar una respuesta decente en su cabeza. —Es que no para de escribir. Y… bueno, sus mensajes son bastante atrevidos. Me reí, más por nervios que por otra cosa. —¿Qué tan atrevidos? Ella se sonrojó, bajó la mirada, y con un suspiro fingió que el tema no era para tanto. —Luego te enseño. Mejor cenamos, ¿va? —dijo, levantándose de la silla. Cenamos rápido, pero la curiosidad me carcomía. Apenas terminamos de lavar los platos, le pregunté otra vez: —¿Entonces, me vas a enseñar lo que te escribió el tal Mauricio? Mamá rodó los ojos y me dijo que la siguiera a su cuarto. Entramos y cerró la puerta. Se sentó en la cama, cruzando otra vez las piernas de manera que apenas si la tela azul cubría lo esencial, y desbloqueó el celular. Me hizo un gesto para sentarme a su lado. —Mira —dijo, y abrió la conversación. Los primeros mensajes eran de ...