-
Mamá, ¿por qué estás desnuda? (6)
Fecha: 24/09/2025, Categorías: Incesto Autor: PerseoRelatos, Fuente: TodoRelatos
... misma manera que yo lo hacía) y cuando el audio terminó, me miró directo a los ojos, como si esperara algún veredicto. Sentí el corazón latiéndome en las sienes. Mis manos sudaban. —¿Y… vas a responderle? —pregunté, intentando sonar trivial, pero la voz me salió en un hilo. Mamá exhaló con fuerza, como si eso vaciara de golpe la duda. —No lo sé —dijo, y sus ojos caían entre la vergüenza y una especie de orgullo secreto—. No sé si quiero ir tan lejos con este tipo. No sé si tengo ganas… o si sólo me está divirtiendo el cortejo, Por alguna razón, me hizo mucha gracia que llamara “cortejo” a esto. Sin embargo, mi pene no estaba para bromas y seguía creciendo. De una forma o de otra, tenía que encontrar la manera de repetir lo que había pasado hacía un par de noches. Pero no tenía valor. No encontraba las palabras. Quizá hubiera bastado con un “oye mamá, ¿te acuerdas del otro día que me la chupaste jaja? ¿crees que eso pueda pasar de nuevo?. —Oye, hijo. —¿Qué? —Te quería preguntar algo. —Dime. —¿Tienes algo que hacer mañana temprano? La pregunta me pareció extraña, pero respondí que no. —¿Por? —Quiero que salgamos a correr al parque. La decepción de mi verga fue instantánea, como cuando te prometen pizza y terminas comiendo sopa. —¿A correr? —repetí, incrédulo. —Sí. Siento que estoy oxidada. Además, no quiero ponerme gorda… —Volteó la cabeza, y me sonrió con complicidad. —No lo sé —dije, intentando sonar reticente—. No ...
... soy fan de madrugar. —Ándale, hijo. Porfa. Me da flojera ir sola. Además, así me obligo a hacerlo. Si sé que voy con alguien más, no me lo voy saltar. Volvió a usar el tono de niña buena … y caí redondito. —Está bien —dije, fingiendo resignación (¿o sin fingirla?) Comencé a caminar a mi habitación, calculando que tenía que acostarme pronto para ser capaz de cumplir mi promesa. Sin embargo, aunque lo intenté, no pude dormir bien. A las siete en punto, mamá irrumpió en mi cuarto con la energía y la crueldad de un paracaidista ruso en misión suicida. —¡Arriba, arriba! —canturreó, abriendo la ventana de par en par y dejando que el aire helado de la mañana se metiera hasta mis huesos. Traté de resistir. Me tapé la cabeza con la almohada y gruñí como un animal herido, pero no hubo piedad. —Vamos, vamos, tenemos que calentar antes de salir —insistió, y de un tirón me descubrió la sábana, exhibiendo mi erección matutina como un trofeo vergonzoso. Lo bueno fue que mamá ni parpadeó. Se empinó sobre la cama y me tiró del brazo con una fuerza sorprendente para a su talla, y ya no tuve escapatoria. Mientras me enfundaba unos shorts viejos, la vi sacar unas licras de colores y una camiseta que, si bien era más holgada y grande, tampoco hacía un gran trabajo desdibujando su figura. Y es que el problema (que realmente jamás diría que fuera un problema) era que sus tetas rebosantes necesitaban artillería pesada para pasar inadvertidas. En fin, que sobre la ...