1. Mamá, ¿por qué estás desnuda? (6)


    Fecha: 24/09/2025, Categorías: Incesto Autor: PerseoRelatos, Fuente: TodoRelatos

    ... playera se puso una sudadera que hacía mucho mejor trabajo conteniendo su feminidad.
    
    Aunque bueno… su culo era un caso perdido, pues enfundado en unas licras negras parecía poner a prueba el control de calidad.
    
    Saliendo del edificio, el aire frío me espabiló más que el café. Mamá traía unos audífonos colgando del cuello y botellita de agua en mano. No hacía falta que lo dijera: estaba genuinamente animada de estar ahí, y me contagió un poco de su energía.
    
    —¿Estiramos? —propuso, apoyando el talón contra la barda; el muslo se marcaba en la licra como si fuera modelado en mármol. Apreté los dientes y me concentré en un auto estacionado para no mirarla. Repetí los movimientos torpemente. No quería quedarme atrás, ni tampoco evidenciar lo distraído que estaba por cómo elástico de la ropa se pegaba a la curva de su pierna.
    
    Comenzamos trotando.
    
    El parque estaba casi vacío, salvo por dos o tres corredores viejos y una señora paseando a sus perros miniatura. Mamá tomó la delantera, pero no por decisión propia: simplemente tenía mejor paso que yo, lo cual contradice toda lógica evolutiva.
    
    Cada dos pasos la tela de las licras temblaba con una especie de vida propia. Era imposible no notarlo: no porque yo fuera un depravado (bueno, quizá un poco), sino porque el culo de mi madre era una fuerza sobrenatural.
    
    Era un meneo hipnótico e irresistible… y por lo mismo tuve que tomar una decisión arriesgada, estúpida, pero necesaria. Hice acopio de toda mi fuerza de voluntad ...
    ... y la cuestionable resistencia física que tenía.
    
    Aceleré el paso y, maniobrando una curva, logré ponerme por delante.
    
    Solo entonces, con esfuerzo casi heroico, logré mantener la vista al frente, sintiendo cómo se me endurecían las piernas (y otra cosa) a cada paso.
    
    Corrimos poco más de dos kilómetros, porque a partir del kilómetro y medio mi dignidad estaba en peligro y ya no podía respirar ni fingir que no estaba muriendo.
    
    —¿Terminamos por acá? — dijo mamá jadeando ligeramente. Sus mejillas, rojas. El cabello pegado a la frente y una sonrisa grandilocuente pero torcida por su propia respiración era el resultado de nuestro intento.
    
    Yo podía, en contraste, ni responder. Simplemente asentí mientras mis pulmones estaba al borde de la implosión.
    
    Caminamos de regreso en silencio a casa, pero, por alguna razón que se me escapa. Mamá decidió tomarme de la mano. Nuestras palmas estaban sudadas y el contacto sólo las hacías más pegajosas, pero no me importada. Extrañamente, esto que me habría parecido asqueroso en otras circunstancias, ahora me resultaba hasta agradable.
    
    Entramos a nuestro hogar, dulce hogar. Y sin decir palabra empezamos a caminar juntos hasta el baño.
    
    Teníamos la sana costumbre de lavarnos las manos apenas volver a casa, así que no era precisamente raro esto. Después de tener nuestras manitas limpias, mamá rompió la tegrua.
    
    Con lentitud teatral, se quitó la sudadera, y debajo, la blusa blanca estaba tan empapada que la tela se le pegaba a ...
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