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Mi sobrino me ayuda y acaba metido en mi cama
Fecha: 25/09/2025, Categorías: Incesto Autor: Juan, Fuente: TodoRelatos
... le dije que parte de mi valoración de la obra era su presencia, sus detalles, el cariño con el que me trataba y la sensación de tener a un hombre pendiente de mí, no como un sobrino ni un hermano, sino como la cálida compañía masculina de un amigo. A la salida, me propuso tomar algo. Mientras lo decidíamos, observé las miradas de algunos transeúntes que se fijaban en nosotros. Una señora madura bien vestida con un joven a su lado. La típica MILF debían pensar. Avergonzada de poder dar esa imagen, me excusé y le pedí regresar a casa. Mientras conducía, sus ojos negros no evitaban mirarme de reojo sin dejar de hablar, como si tratara de descubrir algún secreto oculto en mí. —¿Sabes? —dijo—. Por extraño que te parezca, me gusta salir contigo, siento que puedo ser completamente honesto. Con Marta, mi ex, ambos jugábamos a reservarnos partes de nosotros. Su comportamiento pausado, detallista, conversador, tan diferente al que estaba acostumbrada, despertaba en mí una sensación de calidez que echaba de menos desde que me quedé sola, desprotegida. Al llegar a casa, detuvo el coche. Me resultaba una escena ya vivida. Adiviné presuntuosa la típica duda del hombre que no sabe si dar un beso al despedirse, consciente de que nuestra relación familiar impedía cualquier error. Era joven pero todo un caballero. —Me habría gustado invitarte a tomar algo al salir del teatro —dijo resignado al despedirse. Entendí que tenía razón. Una salida como esa se prestaba a cenar, ...
... o a ir a una terraza. Los dos nos habíamos arreglado especialmente. —Habría parecido una salida de pareja —me excusé nerviosa. —¿Y? Me habría encantado seguir conversando. Cuando estoy contigo el tiempo pasa volando. A mí me ocurría igual. No tenía oportunidades de sentirme tan bien y sería una pena no disfrutar del resto de la noche, en la intimidad de mi hogar a salvo de miradas y cotilleos. —¿Te apetece subir? Puedo prepararte un sándwich o algo ligero. Al escucharme a mí misma, mi tono no era el de invitar a un sobrino a pasar a casa, sino el tono que una mujer emplea para decirle al hombre que la noche continúa. Mientras preparaba una bandeja con un poco de jamón y queso, una ensaladilla que me quedaba de la mañana y una lata de ventresca, le ofrecí una botella de vino para que la abriera. Seguía sintiéndome extraña, no sabía muy bien cuál era la situación ni lo que pasaría por su cabeza, pero si sabía lo que había pasado por la mía la tarde anterior. Sonreí imaginando a Elena si supiera que había salido vestida como para una boda a un musical con su hijo y después lo había invitado a tomar una copa en casa. La noche era agradable y salimos a la terraza. Se oían chicharras con canto largo en el jardín de la comunidad. Él cumplía su papel de invitado formal, me preguntó por mis planes para agosto. —Aún no he decidido nada. Tu madre me ha invitado unos días a Denia. —Si te decides a venir, te enseñaré calas muy chulas. —No sé, no quiero ...