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Mi sobrino me ayuda y acaba metido en mi cama
Fecha: 25/09/2025, Categorías: Incesto Autor: Juan, Fuente: TodoRelatos
... respiraciones entrecortadas. —Qué buena eres follando tía.... No tenía idea de si era buena o no, porque solo había follado con mi José Luis. En ese estado de placer postclimax, inevitablemente los comparé. Mientras estuvimos casados, siempre me había sentido amada cuando tenía sexo con mi ex, bien con gestos, bien con palabras, pero haciendo del post coito un momento de relax. Solo después de casados, sentí su frialdad tras follar. No quise que eso sucediera con mi sobrino e intenté mantener una conversación relajada sobre nosotros, para no sentirme una mujer objeto. Le pedí que, si continuábamos viéndonos, mantuviera nuestra relación en secreto, sobre todo ante su madre. Sin responder, sonreía como si disfrutara de la situación de inseguridad que me generaba el hecho de ser la amante de mi sobrino. —Tú ríete, pero tu madre no me hablaría más. Y si se entera tu tío José Luis, te mataría, literalmente —avisé. —¿Antes o después de matarte a ti? —se río, conociéndolo. No había pasado mucho tiempo, yo aún seguía desnuda, con mi piel húmeda y recuperándome del polvo reciente, cuando mi mano, acariciando su cuerpo, encontró su erección. —¿Otra vez preparado? —exclamé sorprendida, deslizando mis dedos a lo largo de su pene—. Parece que iba en serio lo de estar 24 horas en cama. Me desafió con la mirada. La sonrisa que me dedicó fue una delicia. —¿Por qué solo 24 horas? Es viernes. Tenemos un fin de semana por delante. Tuve que recurrir a otra dosis de ...
... lubricante esperando que no se gastara antes de la noche. ¡Dios mío, nos habíamos saltado la comida y solo eran las 4 de la tarde! Acostumbrada al sexo matrimonial, de un solo polvo y eso cuando me lo echaban, pensé que ese fin de semana batiría mi récord de polvos y orgasmos. Como si estuviera en una olimpíada, ese potro salvaje dio por terminada la conversación y volvió a subirse sobre mí. Su boca invadió la mía, atrapando mi lengua en un beso de hambre pura, como si aún no tuviera suficiente. Sus manos bajaron hasta mis pechos, amasándolos como un panadero amasa la harina, pellizcando los pezones con la impaciencia de quien los había probado y aún quería más. Se me escapó un gemido cuando él bajó la boca y atrapó un pezón con su lengua. —Dios… —jadeé, aferrándome a su nuca, hundiendo los dedos en su cabello mientras él succionaba con avidez, marcando mis pechos con cada roce de sus dientes, mordisqueando con una intensidad que pensé que tendría que echarme crema también en los pezones porque nunca me los habían comido así. Deseaba que me follara de nuevo pero su polla no terminaba de alcanzar la firmeza. Y es que incluso para un jovencito hay límites. Acaricié su polla, la masajeé con cariño, sin prisa hasta que la vi endurecerse y entonces la metí en mi coñito y acariciándole sus huevos, la ayudé a entrar y salir. Ya bien instalada su polla dentro de mí, volvía a deslizarse por el tobogán de mi vagina, a la vez que yo sentía como mi coño abierto de par en ...