1. El día que me senté en la primera fila


    Fecha: 01/10/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: SraFernanda, Fuente: TodoRelatos

    ... cabalgando sin detenerse, sus caderas subiendo y bajando con una cadencia cada vez más frenética. De pronto, alzó ambas manos hacia atrás y sujetó su cabello, empujándolo hacia lo alto por unos segundos, dejando expuesta su nuca y parte de su espalda sudada. Ese gesto hizo que Leo pudiera ver con claridad sus axilas ligeramente sombreadas: un vello suave, apenas de dos días, que le daba un aire salvaje y real, profundamente erótico. La imagen lo volvió loco. Esa mujer no solo era hermosa, era carne viva, deseosa, sin filtros.
    
    Laura notó la mirada fija de Leo y sonrió con perversión, sin dejar de moverse. Mírame, mi niño... mírame toda... así, natural, sudada, y mi conchita mojada rebotando sobre tu verga... pensaba, mientras sus caderas se hundían hasta el fondo, haciéndolo gemir una y otra vez.
    
    El contacto visual entre ellos se intensificó. Ella bajó la mirada hacia su vientre plano y jadeó con fuerza. Si me dejas preñada aquí mismo... en el piso de este salón... mi panochita tragándote toda... no me voy a arrepentir. Quiero esa leche tuya adentro... quiero que me hagas tuya para siempre, aunque sea solo en el recuerdo.
    
    Las gotas de sudor le bajaban por el cuello, por los pechos rebotando, cayendo sobre el abdomen de Leo. Sus gemidos eran ya incontrolables, desordenados, húmedos. El sonido de su cuerpo chocando contra él —plac-plac-plac— llenaba el aula como una sinfonía obscena. Su rostro era una máscara de lujuria: ojos desenfocados, boca abierta, lengua apenas ...
    ... asomando entre los labios entrecortados por el ritmo.
    
    Dame tu semilla, mi amor... hazme tuya por dentro... déjame con tu hijo en el vientre... que cada vez que me vea en el espejo recuerde este momento... este pecado... esta gloria...
    
    Laura de pronto se inclinó hacia él, jadeando, con la mirada enloquecida.
    
    —¡Boca arriba, mi amor! —le ordenó con voz ronca—. Quiero sentirte encima... quiero que me la metas toda... hasta el fondo... ¡hazme tuya de verdad!
    
    Leo obedeció, girando con torpeza por el sudor y la excitación. Ella se acomodó debajo, abrió las piernas sin pudor y lo guió con ambas manos, como una hembra desesperada por recibir a su macho.
    
    —Ven... fóllame así... como los hombres de verdad. Como si quisieras dejarme embarazada... como si ya fuera tu puta mujer...
    
    Leo se colocó sobre ella, jadeando, el rostro apretado por el esfuerzo, la mandíbula tensa, el cuerpo vibrando. La penetró de una sola embestida profunda que la hizo gritar.
    
    —¡AHHHH! ¡Sí! ¡Así! ¡Así, mi niño! ¡Rómpeme esa concha, hazla tuya! —Laura lo abrazaba con las piernas, con los brazos, con todo su cuerpo. Se arqueaba buscando más, ahogándose en placer.
    
    Leo empujaba con fuerza, el sudor resbalándole por la frente y la espalda, apretando los dientes. Su respiración era ronca, inestable, el esfuerzo de mantener el ritmo lo hacía gruñir con cada embestida:
    
    —Nngh... mmmgh... te voy a llenar... te voy a llenar toda...
    
    —¡Sí! ¡Lléname! ¡Córrete adentro, por favor! ¡Dámela toda, toda, ...
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