El día que me senté en la primera fila - Relatos Eróticos

El día que me senté en la primera fila

... aún estaba ahí, desnuda, abierta, chorreando sobre el piso del salón, gimiendo su nombre con la boca llena de deseo.

—De hecho... —añadió Leo con una sonrisa ladeada, bajando un poco la voz—, ojalá algún día pueda casarme con una mujer como ella.

Andrés se rio, palmeándole la espalda con orgullo ingenuo.

—Eso espero, muchacho. Laura es una gran mujer... Tal vez este año tengamos suerte y por fin se nos haga ser papás —comentó con una mezcla de esperanza y ternura, mirando hacia la cancha.

Leo sostuvo la botella con más fuerza. Dentro de su mente, los gemidos de Laura se hacían más fuertes, como un eco prohibido. La recordaba mientras él le llenaba el vientre, mientras ella —entre jadeos desesperados— le suplicaba con voz entrecortada: "Dámelo dentro, por favor... Quiero sentirme tuya... préñame, Leo... Hazme tuya del todo".

—Sí... ojalá este sea su año, profe —susurró Leo, sin poder borrar esa sonrisa torcida de la cara.