1. El día que me senté en la primera fila


    Fecha: 01/10/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: SraFernanda, Fuente: TodoRelatos

    ... cabello alborotado, los labios ligeramente hinchados, la piel perlada aún por el sudor... y esa sonrisa. Era la sonrisa satisfecha de una mujer que acababa de ser follada como deseaba: sin pudor, sin límites, sin remordimientos. Y le encantaba.
    
    —Mírame, Leo... —susurró sin dejar de observarse—. Así se ve una puta feliz.
    
    —¿Te gusta mirar cómo me visto después de que me llenas de tu leche, eh? —le dijo con una sonrisa torcida, mientras deslizaba los leggins por sus caderas con movimientos sensuales—. Debería darte vergüenza, cochino...
    
    —No puedo evitarlo... estás más buena después de coger —dijo él, sin pudor.
    
    Laura se giró, ya vestida, con el rostro encendido pero aún travieso. Caminó hacia él y le acarició la mejilla, con una mezcla de cariño maternal y deseo indomable.
    
    —Ay, mi niño... tan rico que me llenas, pero eso de andar metiéndome los dedos después ya no sirve de nada. Si tu leche va a entrar, ya entró —dijo en tono de madre que enseña, pero con una risa sucia al final—. ¿O quieres volver a intentarlo para asegurarte... eh?
    
    Leo la miró con adoración, pero también con ganas de volver a tenerla. Laura se inclinó y le dio un beso corto en los labios, luego otro más lento.
    
    —Otro día, mi amor. Ya me dejaste temblando. Ahora ponte la ropa... antes de que vuelva a querer montarte como potranca. Que tengo clase en quince minutos.
    
    Su voz tenía ese timbre de mujer que arropa y castiga, que ama y se entrega, que goza siendo puta con quien la hace sentir ...
    ... hembra.
    
    Antes de salir, Laura se acercó una vez más a Leo. Se despidieron con un beso profundo, húmedo, lleno de lo que no se decían. Él bajó las manos hasta su trasero y lo amasó con descaro, haciendo que ella riera entre dientes.
    
    —Eres un atrevido... —susurró, mordiéndole suavemente el labio—. Y me encanta.
    
    Salió del aula con paso firme, aunque aún sentía el semen de Leo dentro, tibio, pesado, como un recordatorio íntimo de lo que acababan de hacer. Cada paso que daba la hacía más consciente del roce de la tanga contra su sexo aún húmedo. Su cuerpo vibraba, electrificado por dentro, con los músculos relajados y el corazón latiendo con una calma perversa.
    
    "Ay, Laura... si supieran lo que acabas de hacer. Si tan solo pudieran imaginar la manera en que te agarraron contra el escritorio. ¿Será que se me nota? ¿Camino raro? ¿Estoy roja? Dios, que no me tiemblen las piernas justo ahora..."
    
    Sentía cómo la tanga se le pegaba, caliente, húmeda, como una prenda cómplice que le recordaba el pecado reciente. "Actúa normal, actúa normal... Saluda, sonríe, como si no llevaras su leche adentro, como si no te hubieras corrido como una perra hace diez minutos."
    
    Y sin embargo, había algo embriagante en eso. "Estoy tan llena de él... y nadie lo sabe. Qué delicioso es esto. El peligro... la imagen de ser una maestra decente... mientras por dentro soy una loca en celo."
    
    Un par de alumnos la saludaron. Ella les sonrió con la naturalidad de siempre. "Mírame. Soy tu maestra. ...
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