1. Confesión: el inicio de mi exhibicionismo


    Fecha: 03/10/2025, Categorías: Confesiones Autor: ExpuestaFem, Fuente: TodoRelatos

    ... Sentía los pezones rozando la tela, la vulva palpitando bajo la falda. Me agachaba, me contoneaba, me giraba, mostrando cada curva. Y la gente… me rodeaba sin tocarme. Me miraban como se mira algo prohibido.
    
    Las luces me iluminaron de frente y vi los ojos de algunos clavados en mí, sus bocas entreabiertas. Un grupo de chicas también me miraba. Una de ellas me sonrió sin vergüenza. Otra se mordía el labio. Yo me sentía eufórica, viva, incendiada. Estaba empapada. El cuero de la falda se movía con mi cuerpo, a veces subía, a veces dejaba ver más de la cuenta.
    
    Lo sabía. No me importaba.
    
    Lo quería.
    
    Bailé así un buen rato, hasta que alguien se acercó. No lo vi llegar. Solo sentí su cuerpo tras de mí. Un hombre alto, con una camisa abierta y manos grandes. No me habló. Solo se colocó detrás y comenzó a seguir el ritmo de mis caderas. Yo no me aparté. Me empujé contra él, cerrando los ojos, sintiendo su verga dura pegarse entre mis nalgas.
    
    Era como en el tren… solo que ahora, yo lo había buscado.
    
    Me di vuelta. No dije nada. Él tampoco. Solo me tomó de la mano y me condujo por un pasillo lateral, oscuro, donde los besos robados, las mamadas rápidas y los toqueteos prohibidos eran parte del paisaje.
    
    Llegamos a un rincón oscuro, donde una luz tenue roja apenas dibujaba los bordes del espacio. Me empujó suave contra la pared. Yo me dejé hacer. Quería que alguien más nos viera. Quería que alguien grabara. Que no me preguntaran nada. Que me usaran.
    
    Me levantó la ...
    ... falda con una mano. Mis labios vaginales ya estaban brillantes de mojados. Me abrió con los dedos y soltó un gruñido contra mi oído. Su otra mano me agarraba un pecho con fuerza, la cinta negra crujía al ser apretada. Yo jadeaba, abierta de piernas, ofrecida. Podía sentir gente pasar cerca. Escuchar sus pasos, sus murmullos.
    
    Y me excité aún más.
    
    Me metió los dedos con fuerza, directo, sin permiso. Dos al principio, luego tres. Me abrió como si ya supiera que mi coño lo pedía a gritos. Estaba tan mojada que sus dedos entraban sin resistencia, empapados en segundos. Me arqueé contra la pared, jadeando con la cara escondida en su cuello. El cuero de mi falda se alzó por completo, dejando mi culo al aire. Y yo… no me importaba nada.
    
    Gemía bajito, con los dientes apretados, pero por dentro estaba gritando. Quería más, mucho más. Mis rodillas temblaban, y cuando su palma presionó mi clítoris, me corrí. Me corrí fuerte. Con el cuerpo vibrando, las piernas descontroladas y la boca abierta buscando aire.
    
    No me dio tiempo a pensar.
    
    Se sacó la verga. Grande. Dura. De cabeza roja, hinchada. La tenía tan empalmada que palpitaba en el aire. Me miró directo a los ojos mientras sacaba un condón del bolsillo trasero y lo abría con los dientes.
    
    —Mírame —me dijo.
    
    Y yo obedecí.
    
    Se lo puso con calma, como si supiera que ese momento también me encendía. Y sí. Me volvió a mojar.
    
    Me empujó otra vez contra la pared. Me levantó una pierna y la colocó sobre su cadera. Con la ...
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