1. Mi hermana novicia y mi tía monja


    Fecha: 11/10/2025, Categorías: Incesto Autor: Viejo Intrepido, Fuente: TodoRelatos

    Mi hermana novicia y mi tía monja.
    
    Mi padre a pesar de su enorme religiosidad y fe cristina, al ponernos los nombres a mí y a mi hermana da la impresión de que no esperaba nada bueno de ninguno de los dos, pues a mí me pusieron Caín y a mi hermana Salome, dos nombres bíblicos, pero con una fama de mala leche extrema, dado que el primero mato a su propio hermano y la segunda pidió la cabeza de Juan el bautista en una bandeja de plata, según la propia biblia.
    
    Cuando yo cumplí los dieciocho años, aprobada la selectividad con muy buena nota, me enviaron a la capital para que estudiase en la universidad la carrera de ingeniero agrónomo, ya que mi padre era propietario por herencia de un gran número de fincas agrícolas y varias manadas de ganado variado, vacas, cabras, ovejas e incluso alguna piara de marranos, y su intención era que mi hermana, menor que yo siete años, estudiase en su momento veterinaria para hacerse cargo en el futuro de la ganadería familiar, mientras que yo me dedicase a gestionar solamente las propiedades agrícolas.
    
    Al contrario que yo, que había sacado unas excelentes notas y seguía en esa misma línea en la universidad, mi hermana era una pésima estudiante, más bien, y para ser más exacto, una polémica estudiante, ya que sus notas no eran malas, pero tenía continuos enfrentamientos con los profesores, múltiples peleas con compañeros, tanto hembras como varones, en las que la mayoría de las veces acababa en el despacho del director del colegio e ...
    ... incluso un par de veces en el cuartelillo de la guardia civil o bien en las urgencias del hospital comarcal, y en ambos sitios fue conocida por sus constantes refriegas y confrontamientos hasta que cumplió los trece años.
    
    Mi padre era descendiente, al igual que mi madre que falleció en el parto de mi hermana, de unas familias de gran abolengo religioso, y el heredo y asumió esa religiosidad, tal como su familia e incluso la de mi madre le habían inculcado. Hasta tal punto llegaba la fidelidad a la fe cristiana de mis abuelos, que incluso tenía hijos que habían jurado sus votos en diferentes órdenes religiosas, pues los dos hermanos de mi fallecida madre eran curas, uno llevaba varios años destinado en el Vaticano en algún puesto del que desconozco su finalidad y el otro en una congregación de monjes en una isla de Oceanía, y la única hermana de mi padre era la directora en un convento cercano, que además de ser una especie de correccional para niñas difíciles y de caracteres complejos, era también un colegio en el que se impartían clases hasta la selectividad a esas niñas complicadas, pero en su mayoría, por no decir que todas, eran de familias adineradas y de tendencias cristinas, que salían reaccionarias al catolicismo, por lo que también era una especie de reformatorio. Dadas las constantes y cada vez más temerarias e incluso brutales, por no decir sangrientas, peleas de Salome, cuando esta cumplió los trece años mi padre hablo con su hermana y decidieron meterla en el ...
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