1. Una madrastra insaciable (17)


    Fecha: 14/10/2025, Categorías: Incesto Autor: Gabriel B, Fuente: TodoRelatos

    ... aire tibio me limpiara, como si pudiera arrancarme la noche anterior de la piel.
    
    La soledad y el frescor en mi cuerpo me hacen bien. Como si me estuviera purificando. Pero no es más que otro engaño de la mente. Sigo sucia. Aunque ya no tenga el semen y la saliva de mis hijastros por todas partes, por dentro estoy sucia. Y sé también que esta calma va a ser interrumpida en cualquier momento.
    
    Un vientito se levanta y sacude mi vestido. Se mete en mi entrepierna y me hace estremecer. Siento mis senos hinchados, apretados en el vestido. Me percato de mi debilidad. Sé lo vulnerable que soy en este momento, y otra vez pienso que la mejor manera de cortar con todo esto es irme muy lejos. Abandonar a Ricardo. Al fin y al cabo, ya ni siquiera puedo decir que lo amo. ¿Para qué me quedo? ¿Por miedo? A pesar de que me gusta pensar que me perdonaría todo, sé que puede matarme si se entera. Eso me hace temblar. Si no puedo sentirme protegida por mi marido, ¿para que seguir ahí? Pero, claro, sería hipócrita echarle la culpa a él. Ricardo, con todos sus defectos, fue un buen marido. Lo cierto es que si me tengo que ir es por mí. Necesito salvarme. Quizás ir a terapia, medicarme, tener una relación normal.
    
    De repente un sonido me saca de mi ensimismamiento. Sucede bastante después de lo que había imaginado.
    
    Escucho la puerta abrirse y cerrarse. No me doy vuelta a mirar. Luego unos pasos que hacen crujir algo. ¿Una respiración agitada? No estoy segura, pero no me extrañaría. Lo ...
    ... siento detenerse a mi espalda. Siento su perfume. Estoy casi seguro de que es Julián. En este punto ya no me sorprende que sea el primero en ir a buscarme. ¿Debería tener esperanzas de que no intente nada? Su silencio me dice que no. Está parado detrás de mí, muy cerca. Seguramente me está mirando. ¿La bombacha se marca en el vestido? No lo sé, pero qué importa.
    
    Entonces siento que se acerca más. Me envuelve con sus brazos.
    
    —Soltame —le digo, sin convicción.
    
    No dice nada. Como si no me hubiera escuchado, como si mis palabras no valieran nada. Como si mi voluntad no existiera. Siento su verga, con una consistencia cada vez más densa, en mis nalgas. Su respiración me acaricia la nuca. Mis músculos se tensan, y no por rechazo, sino por todo lo contrario. Me odio a mí misma por eso. Pero, aún así, hago un nuevo intento.
    
    —Basta, Juli —le digo, girando levemente para mirarlo—. ¿No te quedó nada de lo que dije en la mesa?
    
    Pero no me aparto. No hago fuerza para soltarme. Me gusta pensar que es porque quiero que él me suelte por su cuenta. Que actúe como un caballero. Pero en el fondo sé la respuesta real.
    
    Entonces, me corre el pelo a un lado, inmovilizándome con un solo brazo por un instante, y me da un beso en el cuello. El cosquilleo es tan rico como detestable. El silencio del chico habla por él. me domina con acciones. Además, no necesita hablarme. A pesar de que sea el más sensible de la familia, no es diferente al resto en este punto. Solo quiere mi cuerpo, mi ...
«12...567...»