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Una madrastra insaciable (17)
Fecha: 14/10/2025, Categorías: Incesto Autor: Gabriel B, Fuente: TodoRelatos
... sumisión. Mi débil resistencia lo hace sentirse lo suficientemente seguro como para subir lentamente una de las manos. Los dedos se cierran en una de mis tetas. Lo escucho gemir. Me la acaricia con fruición, mientras su verga se endurece por completo. Ahora siento un fierro presionando en mis nalgas. Me da otro beso en el cuello. Giro para mirarlo. Siento mis ojos a punto de largar lágrimas. Él me besa en los labios. Luego me da otro beso en el cuello, y me estruja la teta con fuerza. —¿Sabés por qué no te voy a soltar? —me dice—. Porque sé que no querés que lo haga. —Sí que quiero que me sueltes… Es que… yo estoy enferma. Ya lo sabés. —Sí, lo sé. Y nosotros nos aprovechamos de tu enfermedad —me susurra él, presionando más con un movimiento pélvico—. Eso lo tengo en claro. Pero, de la misma manera que vos no podés contenerte, yo tampoco. Ya te dije, soy adicto a vos. —Lo tuyo no es una adicción, es una obsesión —retruco. —Ponele el nombre que quieras. La cuestión es que te voy a coger. A pesar de que lo que dice es muy rudo, incluso cruel, otra vez noto que, después de lo que pasó anoche, parece haber madurado. No madurado para bien, sino esa madurez que se obtiene para ser usada de maneras inmorales. Ahora lleva la otra mano y empieza a acariciarme las dos tetas, a la vez que frota su verga en mi culo. Es como si se estuviera masturbando con mi cuerpo. Siento también cómo mi bombacha empieza a mojarse. Me doy cuenta de que, definitivamente, no ...
... tengo salvación. La única forma de salirme de esto es huir o morirme. Y no tengo ganas de morirme. —¡Eh! —escucho de pronto—. ¿Ya empezaron sin mí? Es Matías, obvio. ¿Podría haber sido Lucas? Supongo que es demasiado tarde para preocuparme por el hecho de que el mayor de mis hijastros apareciera de repente. Nos rodea, y se pone frente a mí. Julián sigue acariciándome las tetas, como si me estuviera exponiendo ante el otro. Matías se queda un rato mirándome de arriba abajo, como si quisiera memorizar cada detalle. Entonces da otro paso hacia mí. —Pará... —murmuro. Pero mi voz no tiene fuerza. Él no para, obvio. Lleva su mano a mi rodilla, y la sube lentamente. Levanta el vestido, y empieza a acariciarme el muslo. Sus dedos son hábiles, y con ese toque logra que mi guardia baje aún más. Sonríe. Una sonrisa odiosa, como diciendo “ya sos nuestra”. Julián retira una de las manos, dejando libre un seno, para que su hermano se apodere de él. Entonces me doy cuenta: ellos habían estado hablando durante la mañana. Habían limado asperezas, y habían decidido compartirme, sin quejas. Una parte de mí se alivia. No quiero que se odien por mi culpa. Ahora estoy atrapada entre los dos. Mi cuerpo preso de sus cuerpos. Julián se aparta un poco. Por fin dejo de sentir su erección. Pero entonces su mano se mete también dentro del vestido. Busca mi culo, claro, y no tarda en encontrarlo. —Esto está mal… —murmuro, pero en este punto ya ni siquiera yo me creo mis palabras. Es ...