Martín y Antonio regresan con ganas de más
Fecha: 14/10/2025,
Categorías:
Hetero
Autor: AntonioSPA, Fuente: TodoRelatos
... con la polla de Martín, las mejillas metidas pa’dentro como si sorbiera un hueso de jamón, mientras él le daba cadera con ritmo de martillo pilón, sin preocuparse si la pobre tragaba aire o cal viva.
Laura, por su parte, se debatía entre el placer y la asfixia, con la polla de Antonio meneándole las anginas como si quisiera desatascarle el alma. Él la miraba con esa mezcla de ternura bruta y cachondeo chulesco tan suya.
—Mírala, la señora… —soltó Antonio, jadeando—. Si parece que ha nacido pa’ esto, la muy golfa. ¡Madre mía, si lo sabe su marido, me busca pa’ darme la mano!
Pero tanta entrega tenía su precio. A Laura le entró de pronto un ataque de tos seco y escandaloso, como de viejo con bronquitis, y Antonio, que no era un salvaje sin cabeza, aflojó la presa y se la sacó de la garganta justo a tiempo, antes de que ella le vomitara encima la corrida de su colega Martín o lo que carajos tuviera en el estómago.
—¡Hostia puta! —exclamó él, sacudiendo la polla empapada de babas y con los huevos bien prietos—. ¿Te ahogas, criatura?
Laura tosía doblada, con los ojos como tomates y las lágrimas chorreando, mientras se agarraba al colchón como si se le fuese la vida. Se le escaparon dos arcadas más, ruidosas, pero no llegó a echar nada. El maquillaje ya era historia y la dignidad, un recuerdo lejano.
—Me... me he atragantado, joder... —balbuceó ella, con voz ronca y los labios aún brillando de saliva espesa.
Antonio la dejó respirar… cinco segundos, diez como ...
... mucho. Lo justo para que se le pasara el color morado de la cara.
—Venga, que no ha sido pa’ tanto —gruñó él, agarrándola de la nuca de nuevo—. Que si no te desatragantas con rabo, te curo con hostias. ¡Ale, abre la boca otra vez, valiente!
Y sin más ceremonia, le volvió a meter la punta, despacito al principio, mientras ella inspiraba por la nariz como quien se prepara pa’ tirarse a la piscina. Luego fue dándole ritmo, como si le afinara la garganta a martillazos, y Laura, entre toses, babas y gemidos, acabó otra vez con la cara enterrada en el pubis de Antonio, tragando pollón y lágrimas con resignación cachonda.
—Eso es... así me gusta. Con los ojos como huevos fritos pero sin soltar ni una gota —rió Antonio, encantado con su obra—. ¡Si es que nacisteis pa’ esto, chiquillas!
—¡Se acabó el chupe, hostia ya! —espetó Martín, apartando a Marta de un empujón que casi la deja de culo en el suelo—. Venga, a cabalgar, que pa' eso tenéis coño y ganas, ¿no? A ver si sabéis montar como Dios manda a este par de jamelgos sudados y con venas como para tender la colada.
Sin más miramientos, se giró un poco sobre la cama, con esa pachorra suya de camionero maduro y sobrado, y apagó lo que le quedaba del cigarro en el cenicero de la mesita de noche, haciendo crujir la colilla con un gesto lento, casi ceremonioso, mientras soltaba el humo por la nariz. Luego se recostó con los brazos en la nuca, la polla tiesa como un mástil, esperando a que las dos obedecieran.
Laura y ...