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Mamá follando desnuda en la playa
Fecha: 16/10/2025, Categorías: Incesto Autor: elquefolla, Fuente: TodoRelatos
... y también las de ellos! Respondió sonriendo con sorna la chismosa para continuar diciendo: ·¡Ya vimos cómo te salvaban! Y comenzaron las dos chismosas a reírse a carcajadas. ·¡Sí! ¡Y cómo te agarraban el culo y te comían las tetas! Repuso al fin la otra chismosa saliendo de su silencio. ·¡No me comían las tetas! Se excusó infantilmente mi madre en voz baja, y una chismosa la respondió: ·¡Ya … ya! Y, riéndose, la dijeron amenazantes mientras se alejaban: ·Le diremos a tu marido que te hemos visto, y … con tu hijo. ·Sí y a todos los vecinos. ·A todo el barrio. Mientras mi madre las miraba, inmóvil, alejarse, “el polla gorda” pasando de ellas, se acercó a la bolsa que habían traído, cogiendo un tubo de protector solar. Al fin reaccionó mi madre y, entrando en un estado de histeria, echó a correr hacia su vestido que yacía tirado sobre la arena. ·¡Ey! ¿Dónde vas con tanta prisa? La preguntó “el polla gorda” viéndola acercarse corriendo y, como ella no respondía, la intercepto de camino, cogiéndola por la cadera y por las tetas. ·¡Déjame, déjame! Chilló histérica mi madre, forcejeando con el sujeto que, sin soltarla, la respondió, intentando sosegarla ·¡Tranquila, nena, que no pasa nada! ·¿Qué no pasa? ¡Son dos vecinas chismosas que se lo van a contar a mi marido! Manifestó mi madre, chillando histérica, sin dejar de forcejear por soltarse. ·¡Tranquila! ¡Es tu palabra contra la de ellas! ¿A quién crees que va a ...
... creer mi primo? ¿A ese par de harpías o a ti? Replicó el tipo que, con tanto forcejeo, la magreaba con ganas las tetas y el culo, hasta que, por fin, viendo que no se sosegaba, se sentó sobre el tronco y, atrayéndola, la colocó bocabajo sobre sus muslos. Sujetándola con un brazo para que no escapara, empezó a propinarla fuertes y sonoros azotes en sus nalgas, pero, lejos de apaciguarla, se revolvía y agitaba mi madre con más fuerza, pateando en el aire, hasta que, después de varios minutos, se fue apaciguando hasta que se quedó quieta y “el polla gorda” dejó de azotarla las rojas nalgas. ·¡Tráeme la crema! Me dijo el tipo, señalando con su mano hacia el tubo que yacía en el suelo a pocos metros. Lo cogí y, al ir a dárselo, me dijo que lo abriera y le echara crema en la palma de una mano. Con la crema en su mano, empezó el tipo a esparcírselo por las nalgas, mediante amplios movimientos circulares. ·¡Ven, échame más y ayúdame! Me volvió a indica el primo de mi padre, y yo, muy obediente, se la eché en su mano y, mientras él la esparcía crema por su espalda, yo lo hacía primero por sus nalgas, continuando después por el interior de sus muslos mientras la miraba el coño y luego por sus muslos, piernas y pies, e incluso por el exterior de su vulva, lo que la hizo suspirar profundamente. Una vez acabamos por detrás, la hicimos levantar y empezamos a sobarla con crema por delante y ella, tan tranquila e inmóvil que parecía en estado catatónico, aguantó ...